Pliegues de fantasía
Aunque desconcierte la visión predominante, la literatura escrita por mujeres en el mundo árabe es cada vez más activa. Esto se percibe no sólo en la enorme popularidad de novelistas de gran calibre como la marroquí Ahlam Moustaghanmi o la palestina Sahar Khalifeh, sino en su visibilidad pública: entre los diez ganadores del Premio Naguib Mahfuz -el más prestigioso galardón de las letras árabes- hay cuatro mujeres, un número que, proporcionalmente, está muy por encima del Premio Cervantes o del Booker Price.
La libanesa Huda Barakat
(Beirut, 1952), afincada en París, ha ganado ese premio en 2000 con una novela muy atractiva y desigual. El labrador de aguas mezcla el realismo con la fantasía onírica, el escenario tétrico del Beirut en guerra con los suntuosos ambientes relacionados con el arte de tejer en una narración sensual, colorista y trufada de erotismo. Esta ambiciosa amalgama, que despliega un conocimiento enciclopédico de la historia del lino, del terciopelo y la seda, y propone una fascinante fábula sobre la supervivencia en la ciudad devastada, se desmiembra precisamente por su costado mejor revestido: el juego con la imaginación.
Mientras su protagonista, Nicolás, descendiente de una prestigiosa estirpe de vendedores de telas, logra sortear los perros salvajes y los francotiradores en busca de comida en las apestosas ruinas de lo que fue la ciudad más cosmopolita de Oriente Próximo, la autora no sabe esquivar los tópicos de la tradición narrativa oriental y transforma caprichosamente a un insulso hijo de papá en un amante de las mil y una noches que, con sus relatos nocturnos, retiene a su lado a su rolliza criada quinceañera.
La guerra, que Huda Barakat ha plasmado con más hondura en La luz de la pasión (Seix Barral, 1993), distorsiona la percepción de la realidad y causa, además de los tremendos estragos materiales, un aislamiento mortal, aquí representado en el solitario protagonista. Su ánimo amedrentado refleja, sin duda, una terrible angustia, extensible a toda una sociedad; pero sus sueños del pasado esplendor y sus aventuras eróticas sólo dan fe de la añoranza de la autora que se deja arrastrar por demasiados desbordamientos imaginativos.
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