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Musharraf, acorralado por la violencia

Karzai pide ayuda a un consejo tribal afgano-paquistaní en la lucha contra los talibanes

Cada día más contestado, tanto dentro como fuera del país, el presidente de Pakistán, general Pervez Musharraf, se encuentra acorralado por la violencia que azota el país y por el agotamiento de la población con su régimen militar, empeñado en cerrar el paso a la normalización política. Musharraf, de 63 años, dio ayer marcha atrás en su intención, según algunos de sus allegados, de declarar el estado de emergencia, mientras en Washington el presidente George Bush le dio una de cal y otra de arena. Bush, tras recordarle que "compartían el mismo enemigo común", le exigió una "acción rápida" contra el terrorismo islámico, pero expresó su confianza en que Pakistán celebre "elecciones libres y limpias" a finales de año, conforme a lo previsto.

Islamabad y Rawalpindi -la antigua capital situada a una veintena de kilómetros de la nueva- amanecieron ayer, según la web del prestigioso diario paquistaní Dawn, en estado de máxima alerta con policías y tropas desplegadas en todas las carreteras de acceso. La posibilidad de declarar el estado de emergencia se estudió en la noche del miércoles en una reunión del presidente con sus consejeros para analizar la inestabilidad que atraviesa el país. Musharraf "ha decidido no declarar el estado de emergencia. Las elecciones son una prioridad para el presidente", dijo ayer el ministro de Información, Mohamed Alí Durrani.

Sin embargo, Dawn sostiene que el nerviosismo en las filas castrenses obedece a que se considera la posibilidad de que adelanten el regreso los dos principales líderes políticos paquistaníes, ambos exiliados por acusaciones de corrupción: Benazir Bhutto, dirigente el Partido Popular de Pakistán (PPP), y Nawaz Sharif, jefe de la Liga Musulmana-N. La vuelta de ambos podría propiciar un cambio en las lealtades de los miembros de las cuatro asambleas provinciales y del Parlamento federal, que son los que eligen al presidente. La elección presidencial está prevista entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre, y Musharraf pretende volver a ser elegido sin haberse quitado el uniforme de general en jefe del Ejército, como había prometido.

El Tribunal Supremo paquistaní tiene previsto revisar la petición de Sharif contra su exilio forzoso, impuesto tras el golpe de Estado de Musharraf en 1999. El Supremo, que se encuentra enfrentado al jefe del Estado por sus intentos de manipulación para permanecer en el poder, ya asestó el sábado pasado un duro golpe a Musharraf. Puso en libertad al número dos de Sharif y presidente en funciones de la Liga Javed Hashmi, encarcelado hace casi cuatro años y sentenciado a 23 años por traición e incitación al motín tras hacer circular una carta de un grupo de soldados en contra de Musharraf.

El Tribunal Supremo está presidido por Iftijar Mohamed Chaudhry, quien fue recientemente restituido en su cargo por los demás magistrados después de que le destituyera Musharraf bajo acusaciones de corrupción. En un país donde la corrupción es rampante y afecta a todos los estamentos de la sociedad, no es que el juez sea impoluto, pero su cese desató un clamor generalizado porque era sabida su oposición a que el presidente-general vuelva a presentarse a las elecciones.

En cuanto a Bhutto, que se exilió voluntariamente, podría decidir en cualquier momento su vuelta al país. Al parecer, Musharraf ha mantenido con ella, sin llegar a ningún acuerdo, negociaciones sobre una eventual salida a la crisis, según la cual él mantendría la jefatura del Estado, pero facilitaría la celebración de elecciones libres.

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En Pakistán, todas las alarmas se desataron en la tarde del miércoles. Entonces, Musharraf llamó al presidente afgano, Hamid Karzai, para decirle que no acudiría al consejo tribal afgano-paquistaní, que comenzó ayer en Kabul. "Hubo presiones sobre el presidente para que impusiera el estado de emergencia, pero él está decidido a impulsar la democracia y no tomará esa medida", declaró el ministro de Información. Pero no informó de que Musharraf habló con la secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, quien presumiblemente le reiteró el interés de la Casa Blanca en la democracia.

Cancelar las elecciones

La declaración del estado de emergencia habría supuesto la posibilidad legal de cancelar las elecciones generales durante un año. El periodo legislativo del actual Parlamento expira en noviembre, por lo que los comicios están previstos a finales de año o en enero a más tardar.

Mientras, en Kabul, la Loya Yirga, a la que asisten unos 700 jefes tribales de los dos países, pretende buscar una solución común a la violencia que desangra ambas naciones. "Estoy seguro de que si Afganistán y Pakistán unen sus manos, eliminaremos en un día la opresión que atenaza nuestros países... Nuestro futuro y nuestro destino están interconectados", declaró Karzai en la sesión de apertura de la Loya Yirga, a la que no asistieron los jefes tribales más radicales. Karzai critica con frecuencia a Pakistán y a sus poderosos servicios secretos por dar cobijo a los talibanes y a los miembros de Al Qaeda.

El primer ministro paquistaní, Shaukat Aziz (izquierda), y el presidente afgano, Hamid Karzai, ayer en Kabul.
El primer ministro paquistaní, Shaukat Aziz (izquierda), y el presidente afgano, Hamid Karzai, ayer en Kabul.AP

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