"Aparte de producir alimentos, esta profesión tiene un plus, que es cuidar del territorio"
Payés de tradición, la tierra le exige dedicación completa todos los días del año, pendiente además de la climatología
"Ser payés es duro, más difícil de lo que la gente cree, y sólo puede serlo alguien que lo lleve en la sangre. Yo he vivido en ese ambiente desde pequeño y puedo decir con orgullo que soy payés". Así define su profesión Ramon Bonet, de 37 años y natural de Vinaixa (Garrigues), un agricultor convencido de que se gana la vida produciendo alimentos y cuidando el territorio. Muchas veces se ha planteado cambiar de oficio, sobre todo después de que una helada haya arruinado sus cosechas en una noche, pero la vocación y el apego que siente por la tierra heredada de sus antepasados se impone a todos los problemas que comporta el trabajo en el campo.
La función que realiza el agricultor no siempre es reconocida por la sociedad de consumo. Ramon lleva 20 años trabajando en una explotación familiar dedicada principalmente al cultivo de aceituna, almendra y uva. Sus plantaciones tienen una superficie de 40 hectáreas, de las cuales la mitad son de olivos. "No es una cantidad importante, pero suficiente para poder vivir", señala.
"Si la vida de payés fuera tan fácil, no habría tantos campos yermos"
En la actualidad, cuando las comodidades y las posibilidades de prosperar están asociadas a la vida en la ciudad, no es fácil ser campesino. Y mucho menos lo es serlo en una comarca deprimida y de secano como Les Garrigues, que cuenta con una población envejecida y que en parte depende de las pensiones. Las tierras que trabaja Ramon proceden de varias generaciones atrás. Han pasado de padres a hijos y éstos las han ido mejorando con el tiempo. Su padre, que ha sido agricultor toda la vida, acaba de jubilarse y le ha pasado el testigo a él, que a partir de ahora llevará el peso de la explotación.
Ramon es un payés que se ha hecho a sí mismo y habla con auténtica pasión de los trabajos que realiza a diario. "Desde pequeño", explica, "he vivido intensamente este ambiente del campo y me gusta. De lo contrario, no lo haría. A mí me gusta este trabajo porque disfruto y porque sé que continúo una tradición familiar. Nadie me ha obligado a hacerlo. Soy agricultor por decisión personal y nunca he pensado en dedicarme a otra cosa, ni siquiera cuando dejé los estudios a los 16 años después de estudiar Formación Profesional en la Escuela de Capacitación Agraria de Les Borges Blanques". Aunque sí hay veces que se ha planteado dejarlo todo, como cuando hace seis años las heladas le dejaron sin aceitunas y sin árboles, "pero siempre acabas valorando las cosas positivas y continúas por encima de las dificultades. Conozco a mucha gente que lo ha dejado por otros trabajos con menos riesgos que éste".
Pero, en realidad, ¿qué es ser payés? Ramon lo tiene muy claro cuando afirma: "Es mi modo de vivir y de ganarme la vida, pero aparte de producir alimentos esta profesión tiene un plus, que es cuidar el territorio. Los alimentos puede producirlos cualquiera o se pueden importar de otro país, pero lo de cuidar el territorio no lo puede hacer nadie más".
Ramon asegura que la profesión de agricultor tiene un aspecto sentimental y bucólico que hace que muchos jóvenes que se han iniciado en ella no la acaben abandonando, ya que las condiciones de vida son mucho mejores en otras profesiones. "Este es un trabajo duro que requiere un esfuerzo y una fuerza de voluntad que no todos están dispuestos a poner. No sé cómo se ve desde fuera porque yo lo veo desde dentro, pero seguro que hay mucha gente que piensa que los agricultores somos aquellos que sólo nos dedicamos a cortar carreteras y que vivimos de subvenciones. Y es cierto que recibimos ayudas, pero no tantas como se dice. De hecho, hay muchos sectores de la agricultura que no reciben un euro. Si la vida de payés fuera tan fácil, no habría tantos campos yermos".
La profesión de agricultor exige una dedicación todos los días del año, aunque hay épocas que permiten tomarse un respiro. En el caso de Ramon, el trabajo se le acumula en invierno con la recolección de la aceituna y a finales de verano con la de la almendra y la uva. "Entonces te levantas a las siete de la mañana, estás todo el día en el campo y cuando llegas a casa cansado por la noche sólo tienes ganas de echarte a dormir. No haces fiesta ni los domingos", explica. Este año la cosecha de olivas y almendras será floja debido a las heladas de finales de marzo. Lo difícil es ser agricultor de secano porque "siempre estás pendiente del cielo y no puedes planificar la producción". A Ramon le gustaría poder ser uno de los beneficiarios del canal Segarra-Garrigues, actualmente en fase de construcción, pero a un precio razonable.
Este agricultor de Vinaixa defiende la faceta reivindicativa del sector. "Es bueno que los agricultores estemos siempre dispuestos a defender nuestros intereses", señala. "La Administración es la que marca la política agraria, y cuando esa política nos perjudica nuestra obligación es movilizarnos para conseguir aquello que consideramos justo". Ramon ve con poco optimismo el futuro de las explotaciones familiares como la suya porque la política agraria "va de mal en peor" y los políticos no creen en la agricultura. "Es más cómodo depender de un sueldo fijo al mes que de la climatología. Lo mejor de esta profesión es que tú eres tu propio amo y puedes organizar el trabajo, pero sabes que si no lo haces, nadie lo hará por ti. Yo vivo bien y de vez en cuando me puedo permitir una alegría".
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