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Reportaje:

Guantánamo antes que volver a Argel

Ahmed Bel Bacha libra una batalla legal en EE UU para seguir preso en la base y no ser entregado a la policía de Argelia

Ahmed Bel Bacha, de 38 años, pasa 22 horas al día de una celda de Guantánamo que, según su abogado, es "una tumba" porque "es de acero y carece de ventanas". Pero prefiere permanecer en ella antes que ser devuelto a su país, Argelia.

Bel Bacha lleva cinco años en la cárcel militar estadounidense de Guantánamo, en Cuba, pero con la ayuda del letrado Zachary Katznelson, de la asociación de derechos humanos Reprieve, libra una batalla en los tribunales de EE UU para no salir de ahí y ser entregado a Argel.

Una delegación de policías y diplomáticos argelinos viajó en junio a Guantánamo para identificar a los reos argelinos que el Pentágono quiere enviar a su país. Les presentaron a 26 -sobre un total de 360 sospechosos de terrorismo detenidos en la base- pero solo reconocieron a 17 como originarios de Argelia. Ese grupo será repatriado. "Serán juzgados en conformidad con la legislación argelina", anunció el domingo el ministro de Justicia, Tayeb Belaiz.

Washington ultima la entrega de los presos argelinos del penal militar

"Bel Bacha está tan asustado por su traslado a Argelia, donde teme ser tratado como un terrorista, que, aunque parezca increíble y surrealista, prefiere quedarse en Guantánamo", asegura Zachary Katznelson en una conversación con este periódico.

Dentro de la cárcel militar, Bel Bacha es, sin embargo, de los peor tratados. "Está en Camp Six, una zona de Guantánamo relativamente nueva, de muy alta seguridad y a la que fue transferido en diciembre del año pasado", prosigue Katznelson. Dos meses después las autoridades estadounidenses reconocieron, según dice el letrado, que Bel Bacha "carecía de vínculos con organizaciones terroristas y no representaba una amenaza". "Aún así permanece inexplicablemente en el mismo tipo de celda", se indigna. Cuando le visita en Guantánamo el preso permanece en el suelo y esposado.

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Bel Bacha, que fue detenido en Pakistán, siempre ha proclamado su inocencia. Huyó de Argelia a finales de los noventa cuando la guerra civil larvada que asoló al país daba sus últimas bocanadas. Era contable de la empresa pública Sonatrach y acababa de ser llamado a filas por enésima vez.

Emigró al Reino Unido donde solicitó asilo. Mientras esperaba una respuesta encontró trabajo como empleado de la limpieza en el Hotel Highcliff de Bournemouth. Pulió en 1999 la habitación del entonces viceprimer ministro, John Prescott, que le dio una propina de 44 euros, según reveló ayer el diario londinense The Times.

Según su relato, unos amigos le convencieron en julio de 2001 de que viajase a Pakistán para seguir allí una enseñanza religiosa que incluyó viajes al vecino Afganistán. En diciembre unos campesinos le capturaron cerca de Peshawar, le entregaron a las autoridades paquistaníes y éstas, a su vez, le pusieron en manos de agentes de EE UU.

A través de su abogado Bel Bacha ha intentado que el Reino Unido le vuelva a acoger, pero Londres ha desestimado su petición. De ahí que haya solicitado a un juez federal de Washington que impidiese su repatriación a Argelia. Éste rechazó, el viernes, la petición por considerar que carecía de jurisdicción sobre los presidiarios de Guantánamo, pero Katznelson ha recurrido la decisión ante la Corte Federal de Apelación.

"El caso de Bel Bacha no es el único", señala su abogado. "Hay al menos otros 25 reos que corren graves peligros si son devueltos a su lugar de origen" por mucho que la Administración norteamericana obtenga una declaración del país comprometiéndose a tratarle correctamente.

Túnez aceptó en junio esta servidumbre para recibir a Abdulá Alhaggi, otro cliente de Katznelson, pero "nada más poner un pie allí le torturaron y amenazaron con violar a su mujer e hija", dice el abogado. La justicia británica sí parece consciente del riesgo que corren los presos islamistas repatriados. La Corte de Apelación de Londres paralizó el lunes la deportación a Argelia de tres argelinos porque, entre otros motivos, podrían ser torturados.

Un detenido descansa en su celda en la base de Guantánamo.
Un detenido descansa en su celda en la base de Guantánamo.ASSOCIATED PRESS

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