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Suministros frágiles
Columna
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En Loyola

Cuando se interrumpe una partida, se recogen las cartas, se baraja y se reparten de nuevo, queda claro que el contador vuelve a cero. El líder de Batasuna Arnaldo Otegi, que reaparece ahora para opinar desde la cárcel donostiarra de Martutene, debería saber que carecen de sentido expresiones como ésa que se le atribuye en el diario Gara del domingo, según la cual habría emplazado a Zapatero para "trabajar sobre lo avanzado" y retomar el proceso. Convendría recordarle que la táctica del salchichón al que se le van cortando de modo irreversible rodajas para propio beneficio ha sido abolida. Por eso de lo que Otegi hubiera llegado a pensar que era posible obtener en Loyola ya no queda nada. Si alguien imaginó que en esas conversaciones podían hacerse determinadas transacciones está claro que vivió en un gigantesco equívoco, cuyo rastro se ha perdido para siempre.

En todo caso hay que diagnosticar la existencia de un grave problema de entendederas en la banda Batasuna. Porque, ¿cómo es posible que Otegi siga refiriéndose al "proceso"? ¿Es que lo considera todavía susceptible de reanimación? ¿En qué mundo vive? ¿Acaso ignora lo que todos sabemos, que ha sido dinamitado en diciembre por oral, con la voladura de la T-4 de Barajas, y en mayo por escrito, con el comunicado que interrumpía el alto el fuego permanente? Explica José Bergamín en su ensayo sobre La decadencia del analfabetismo que todos los niños, mientras lo son, son analfabetos, que sólo pueden aprender a leer y escribir cuando les sobreviene el uso de razón y que mientras tanto todo es jugar. Pero Otegi ha dejado de jugar hace muchos años y carece de sentido tratarle como a un niño que viviera en el reino de la infancia irresponsable. ¿O es que el problema en lugar de entendederas es de explicaderas por parte de los interlocutores del Gobierno o del Partido Socialista?

Dice nuestro batasuno de cabecera en las mentadas declaraciones que si hasta ahora no se ha llegado a un acuerdo "resolutivo final" ha sido porque al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero le ha faltado "ambición" y "madurez suficiente para hacerlo" y anuncia que la izquierda abertzale tomará decisiones para "adecuar líneas de trabajo político e institucional", o sea que continúa el juego de los eufemismos y de los escamoteos y que siguen sin producirse las condenas por los atentados ni formularse las exigencias debidas a ETA para el abandono de la violencia. Otegi parece entregado a la meditación. En esa línea recomienda retomar el proceso "con una gran dosis de pedagogía política" tanto por parte del Ejecutivo como del conglomerado en el que milita y prodiga consejos a los medios de comunicación que deberían preparar el terreno para evitar percepciones negativas en torno a la rendición de España. ¡Cuánto más pertinente sería que tomara nota de la escalada de detenciones de terroristas!

El caso es que al serial publicado hace días por el diario Gara, de obediencia abertzale, se añade el que acaba de iniciar Deia, de inspiración peneuvista. Los nuevos matices aportados permiten ya a un diario hablar de que el PSE dejó la puerta abierta a un cambio de la Constitución en su diálogo con Batasuna, mientras que a otro le llevan a titular que el PNV confirma el acuerdo de PSE y Batasuna en torno a un plan de autodeterminación. ¿Sobre qué bases podía el PSE garantizar el respaldo a esos planes primero dentro del propio PSOE y después por parte del Gobierno y de sus socios parlamentarios de forma que se alcanzara la mayoría requerida para un cambio constitucional de ese porte?

Es enternecedor, de todos modos, que las conversaciones a tres -PSE, Batasuna y PNV- hayan transcurrido en el santuario de Loyola y que los reunidos confiaran en mantener en secreto el texto que redactaban, cuya aparición sobre la mesa de partidos vendría a ser como la del Paráclito con don de lenguas incluido para que cada uno supiera hacerlo aceptable por sus bases. En espera de la versión del PSE, que acabará rezumando por algún sitio en forma de exclusiva más o menos autorizada y, tal vez, de las actas que reclamaba incesante el presidente del PP, Mariano Rajoy, en el debate sobre el estado de la nación, la suma de revelaciones de muy diferente solvencia hace cundir el vértigo. Veremos si las vacaciones sirven de cura.

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