Marbella y 'Mr. X'
He tenido la paciencia de leerme las partes más sustanciales del sumario del caso Malaya y he de confesar mi decepción. Confiaba en tropezarme, página sí página no, con la aparición de sonoros nombres de la política andaluza y tan sólo me encuentro con un directorio de chorizos especializados en desfalcar las arcas municipales del pueblo de Marbella, en hacerse millonarios (en euros) de la noche a la mañana, cuando como en el caso de Pedro Román llegaron a Marbella con una mano delante y otra detrás. Es la herencia de Gil.
Confieso que he buscado a Mister X página a página, leído con todo detenimiento lo que este periódico, en un excelente trabajo de F. J. Pérez y J. Viúdez, llama la biblia de la corrupción, pero debo ser muy torpe porque no encuentro al tal X por ningún lado. Que no aparezca el presidente andaluz, Manuel Chaves, como Mister X es frustrante. Pensaba que Arenas, cuando se llenaba la boca y escupía que sabía quien estaba detrás de la X tendría datos reales suficientes para hacer esta afirmación. Y pensaba que cuando lanzaba sombras sobre el consejero de la Presidencia, Gaspar Zarrías, ocurría otro tanto. Y puestos ya a pensar, deduje de intervenciones públicas de Javier Arenas que la Junta de Andalucía estaba pringada en la operación Malaya.
Pues o miente Arenas o la instrucción sumarial del juez Torres está paticoja. Me inclino por lo primero. El líder del PP sigue buscando el clavo ardiendo al que agarrarse para no darse otro batacazo en las próximas elecciones (si es que Arenas es, definitivamente, el candidato porque sumar una tercera derrota puede ser demoledor para el PP andaluz). Arenas, lenguaraz y maledicente, difamó e insultó cuando sembró tales dudas sobre la implicación de la Junta de Andalucía en la operación Malaya. Obviamente, no se espera una rectificación de Arenas, sumido en los últimos días en el sueño, al parecer inacabado, de trazar estrategias que resuciten la pinza, de la mano del cadáver político Luis Carlos Rejón.
Y bien es cierto que Arenas debería salir dando explicaciones, primero sobre sus calumnias marbellíes y, en segundo lugar, por su papel en la mascarada de la Generalitat valenciana con su recurso de inconstitucionalidad del Estatuto andaluz. Arenas, escrito está en este periódico, se tuvo que tragar el Estatuto andaluz porque de lo contrario el PP andaluz quedaría por años como partido testimonial. Y ya se sabe que cuando te abren la boca a la fuerza para alimentarte terminas por devolver aquello que entró de mala manera.
Tiene, pues, Arenas un verano movidito y entre farra y farra, reuniones con expertos descalabrados de otros partidos, sacar pecho por la alcaldesa de Fuengirola, Esperanza Oña, y templar gaitas con el gaitero y palmero alcalde de Alhaurín el Grande, por poner sólo unos ejemplos, debería tener tiempo para poner orden en su maquiavélica cabeza no vaya a ser que se la vuelen (los propios). Rajoy sabe que sin un vuelco electoral en Andalucía tiene difícil alcanzar La Moncloa. Hoy por hoy, Arenas ofrece doce puntos menos que Manuel Chaves en las encuestas.
La verdad es que el curso político no termina bien para las huestes de la derecha en Andalucía. Perdieron las elecciones municipales andaluzas por goleada, el recurso de la Generalitat valenciana ha sido el hazmerreír en toda España, llega a los tribunales una de sus jóvenes promesas políticas como es Esperanza Oña, tan diligente y mentirosa ella al acusar a la consejera Evangelina Naranjo de nepotismo (colocar y favorecer a familiares o próximos) y ahora calla cuando es imputada de supuesto favoritismo económico a una persona muy próxima.
Oña debe tener argumentos sólidos para afirmar que todo lo hizo dentro de la ley. Que lo explique, como han hecho algunos políticos y jueces que aparecían como "beneficiarios" de lotes de conservas ibéricas (¡Qué poca categoría¡) de la inmobiliaria Aifos, imputada en el caso Malaya. Que Ana Gómez, viceconsejera de Turismo, y José María Rodríguez, viceconsejero de Cultura, aparecieran en el listado no es más que una tomadura de pelo, calumnia y difamación, lo mismo que si Arenas se empecinara en seguir buscando la X malaya.
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