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Columna
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Cambio

La Cámara de Comercio de Valencia cambiará de sede coincidiendo con su 120 aniversario, desde que en enero de 1887 comenzó a funcionar, a pesar de que su creación formal había sido acordada a finales de 1886. La Cámara, entidad oficial que representa los intereses empresariales de la provincia de Valencia, con esta decisión se abre a una nueva etapa que deberá comportar un nuevo proyecto para la corporación. Ciento veinte años de historia sobre las espaldas de la institución comprometen a diseñar una estrategia que le permita posicionarse en el conjunto de las entidades económico-empresariales valencianas, con su naturaleza y sus posibilidades reales de evolución, en una sociedad donde se está viviendo una transformación sin precedentes, ni en sus características, ni en la celeridad ni en sus consecuencias.

El actual presidente, Arturo Virosque ha querido culminar sus sucesivos mandatos, a lo largo de los últimos doce años, con el traslado de la corporación a las nuevas instalaciones que se están terminando en la calle Jesús. Una vía que vincula el centro histórico de la ciudad con los bulevares periféricos. El actual edificio de la calle Poeta Querol, aquejado de una excesiva disposición vertical, ya acusa sus cuarenta años de servicio desde que comenzara a funcionar en noviembre de 1968. La duda se planteaba entre emprender la renovación completa de las instalaciones de la Cámara o tomar la decisión de construir unas oficinas totalmente nuevas.

La Cámara de Comercio de Valencia a lo largo de su dilatada vida al servicio de las empresas ha tenido distintas sedes. Durante sus primeros veinticinco primeros años de existencia compartió su local social con el Ateneo Mercantil, que fue la entidad fundadora de la Cámara de Comercio de Valencia. A partir de la promulgación de la Ley de Bases de 1911 que genera la consolidación de un modelo cameral que, prácticamente, es el vigente en la actualidad, aunque haya tenido que sufrir algunos cambios para evitar que pudiera ser tachada de inconstitucional, como se pretendió conseguir a partir de unos recursos interpuestos y que fueron rechazados definitivamente en 1996, por el Tribunal Constitucional, aunque bien es cierto que habían sido neutralizados por el espíritu y las normas incluidas en la Ley de Cámaras de Comercio de 1993.

La Cámara, a partir de la consolidación de estas instituciones, decidió establecerse por su cuenta y en junio de 1912 se trasladó a la calle del Mar, 50. Se puede decir que con este cambio de sede se independizó del Ateneo Mercantil y consiguió avanzar notablemente en su misión de promover e impulsar los intereses económicos de la sociedad valenciana. Con posterioridad la Cámara cambió de sede para ocupar el edificio del número 22 de la calle del Mar, más tarde se cambió a la plaza de Mariano Benlliure, y posteriormente a la calle Pintor Sorolla donde se instaló en el palacio del Marqués de Pescara, para acabar en Poeta Querol, 15.

Las Cámaras de Comercio son entidades de naturaleza empresarial, pero con una cobertura pública que les permite actuar como órganos consultivos de la Administración y ejercen una labor de intermediación con los poderes públicos. Las Cámaras han recurrido miles de disposiciones legales con resultados positivos. Al mismo tiempo, y en paralelo, la Cámara de Valencia ha actuado como aglutinadora de intereses. Ha sido y es una piedra angular con el fin de ordenar y reequilibrar los intereses empresariales.

La acción de las Cámaras de Comercio se sustenta básicamente sobre dos pilares fundamentales: la formación empresarial y la promoción e incentivación del comercio exterior. Otra faceta característica de las Cámaras es facilitar la interrelación con los intereses empresariales de otros países y muy destacadamente con los Estados miembro de la Unión Europea. La Cámara de Comercio de Valencia, fiel a la vocación ligada a la actividad formativa inauguró en 1994 el Centro de Formación Empresarial Lluís Vives en el parque Tecnológico.

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Desde la Cámara han surgido cientos de proyectos que han perdurado hasta la actualidad. La Bolsa, la Feria, el Ivex, la Oficina de la Comunitat Valenciana en Bruselas, la Euroventanilla, los consorcios para facilitar la labor exportada de las empresas y hasta el proyecto inicial de la Ciudad de las Ciencias, han sido aportaciones desinteresadas de estas instituciones.

Coincidiendo con la inauguración del nuevo edificio de la calle Jesús, las Cámaras y la Cámara de Comercio de Valencia se enfrentan a desafíos, de cuyo desenlace depende el futuro de las empresas valencianas.

Los nuevos tiempos comportan nuevos retos y la Cámara está comprometida con los empresarios para conseguir fortalecer las posibilidades de las empresas a través de dos importantes logros: incrementar la productividad con el fin de ser más competitivos.

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