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La herencia de Muñoz Ramonet es de los barceloneses

Una sentencia da la razón al Ayuntamiento y obliga a las hijas a compensarlo

Dos casas y todo lo que había dentro en el momento de la muerte, en 1991, de Julio Muñoz Ramonet son propiedad del Ayuntamiento de Barcelona, según la sentencia dictada la pasada semana por el Juzgado de Primera Instancia número 1 de Barcelona, que puede recurrirse ante la Audiencia Provincial. Las cuatro hijas del empresario, que cuestionaban la validez del testamento de su padre, deberán devolver los bienes incluidos en el legado o pagar, con dinero de la herencia o con el suyo propio, el valor de los mismos.

Muñoz Ramonet fue un conocido y polémico empresario barcelonés que creó un imperio financiero en la posguerra, pero acabó viviendo en Suiza desde 1986 para huir de la justicia española tras la quiebra de la Compañía Internacional de Seguros. Allí murió en 1991 y, años después, el Ayuntamiento de Barcelona supo que en su testamento le había legado dos fincas (en la calle de Muntaner y en la de Avenir) y todos los muebles y obras de arte que en ellas se contenían. El objetivo era crear una fundación municipal y abrir estas casas al público, ya que la colección, se supone, incluía importantes obras de arte.

Las hijas del empresario cuestionaron la validez del testamento de su padre y se negaron a hacer efectivo el legado. En 2001, la justicia suiza ya avaló que el testamento de Muñoz Ramonet era válido. El posterior proceso en Barcelona ha sido también muy largo, ya que la maraña de sociedades a nombre de las cuales estaban los bienes legados ha ralentizado la recogida de pruebas. "Ha sido un proceso probatorio muy lento, pero se ha hecho bien y la sentencia está muy fundamentada", indicó ayer la concejal Montserrat Ballarín, presidenta de la Fundación Julio Muñoz Ramonet que se creó para cumplir con la voluntad del testador. "Ahora, una vez se fallen los posibles recursos, esperamos que podamos hacer ejecutar ya la sentencia; será entonces cuando sabremos exactamente de qué patrimonio estamos hablando".

Éste ha sido siempre uno de los grandes problemas del caso, ya que ha resultado muy complicado conocer qué había exactamente dentro de las dos fincas -una de ellas, sede social de una empresa relacionada con la familia Muñoz Ramonet- porque gran parte de los cuadros y obras de arte se supone que desaparecieron antes de que los técnicos municipales pudieran entrar a hacer el inventario. Se hablaba de más de 400 pinturas con firmas de grandes maestros, pero la sentencia da por probado que, aunque ahora no estén en las casas, dos cuadros estaban allí a la muerte del empresario, ya que así aparece en un litigio de separación entre una de las hijas y su marido. Se trata de La Virgen del Pilar, de Goya, y La Anunciación, de El Greco. Ballarín considera que uno de los elementos más interesantes de la sentencia es que condena a las cuatro hijas a que cumplan con el legado y entreguen los bienes a la fundación o, si no lo hacen, porque se han vendido o desaparecido, paguen la estimación de su precio bien con lo que heredaron ellas de su padre o "con su propio patrimonio".

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