Secretos cruzados

Hispasat no sólo es una empresa de tecnología puntera que opera las comunicaciones por satélite; también es la matriz de otra empresa, Hisdesat, que opera las comunicaciones del Gobierno español, muchas de ellas de carácter reservado o secreto. Por ejemplo, las que atañen a los despliegues militares o a los servicios de inteligencia. El caso es que en Hispasat participa, con casi el 28% del capital, una compañía, Eutelsat, con capital francés. Los servicios españoles de inteligencia temen que el aumento de la participación de Eutelsat en Hispasat permita a los directivos franceses disponer de información estratégica o secreta del Gobierno español. Los temores se basan en que varios accionistas privados españoles quieren vender, y Eutelsat podría comprar y hacerse con la mayoría de la empresa española.

Cuando una empresa trabaja con material secreto o clasificado, las participaciones de capital son decisivas. El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) quiere que los cambios accionariales no pongan en peligro las comunicaciones secretas. Si sólo fuera una cuestión estratégica, la conclusión lógica sería que Eutelsat abandonara el accionariado de Hispasat. Estaríamos ante una solución política obligada para responder a un problema estrictamente empresarial que se resuelve con cierta facilidad casi todos los días. Pero el abandono de Eutelsat, en el caso de que el Estado francés lo aceptara, obligaría a resolver una complicación encadenada, la de encontrar empresas españolas dispuestas a adquirir la participación que quieren vender Auna, BBVA y Telefónica.

Ni siquiera la salida a Bolsa de Hispasat disiparía los temores del CNI, porque planea la inquietud de que grupos extranjeros compren el capital. La situación parece hoy un laberinto sin solución.