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Columna
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Estío

¿O seremos primos? El caso es que las rebajas de verano han llegado antes del verano (suponiendo que ya estemos en él) para enfado de los comerciantes, que se quedan sin vender género a precio fuerte, pero para enfado mayor del cliente que ve cómo se le está chafando algo del veraneo. No precisamente la exclusiva textil sino la playa. O el monte, según. Más vale que las temperaturas se haN elevado un poco gracias al tórrido debate sobre el estado de la nación y al desencuentro de Ermua, que no ha servido sino para escenificar el alto grado de enfrentamiento entre Gobierno y oposición en un extraño idilio que no hace más que echar chispas, dejando patente que con estas golondrinas no se hace verano. Por mucho que se empeñe Ibarretxe. Quiero decir que, por más ganas que ponga nuestro lehendakari por presentarse como el culebrón del verano, no tragamos. Y la verdad es que está poniendo un empeño descomunal en que su plan se convierta en la serpiente del 2007. No basta sólo con que intente promoverlo, el famoso plan, digo, sino que quiere convertirlo en una aparición.

Me explico. Después de confesar, o admitir, que los vascos se han cansado de él, o sea de su persona, trata de dejarnos el plan como quien no quiere la cosa. Fuentes generalmente bien informadas aseguran que lo habría hundido en el embalse del Zadorra confiando en que haga sus apariciones misteriosas como el monstruo del lago Ness, tal vez porque tanto allí como aquí las aguas bajan independentistas. ¡Cuidado bañistas, se trata de una especie protegida, ojo con querer incorporarlo a la paella! Madrazo ya ha alquilado un piraucho para no perderse la primera aparición y dicen que porta una cámara desechable, como todo lo suyo (da vergüenza como ha dejado expedita la Diputación guipuzcoana ciscándose en las sensibilidades de izquierdas).

Puestos a ello, las mismas fuentes se muestran tajantes: Ibarretxe estaría incluso desenterrando aquel famoso eslogan del ven y pónselo (digo, cuéntalo) para que el plan entre a formar parte de la mitología nuestra como el gigante de un solo ojo -no, no se llama Errazti sino Ttarttalo- y el hada Mari, sí, Mari, no Barrena como dice algún malvado. Y todo este sainete estaría siendo urdido por una de las sensibilidades o almas del PNV, precisamente aquella que no parece ni alma ni sensibilidad, o ¿es que alguien se imagina algo de eso en el txabalote de Andoain conocido, por más señas, como Joseba Egibar? Comprendo que algunos sientan repelús, porque la piel se nos vuelve muy sensible en el verano y más cuando la exponemos al sol que más calienta, pero afortunadamente hay cremas. Y en estas andamos, sometidos a la ducha escocesa -y ahora no hablo de soberanías sino de higiene- de un sol más o menos esmirriado y las chaparradas del monstruo del Zadorra.

Pero, para helarnos más la sangre, ahí está esa corriente que amenaza con fastidiarnos el verano, pero esta vez a base de bien. Y con bombas, aunque no se descarta que recurra a la pistola porque es más disimulada visto que le están cazando todos los envíos de explosivos o a sus recepcionistas. Por eso podemos decir que estamos de suerte, porque ETA quiere atentar y no puede. Y no cabe más que desear que la cosa siga así. Aunque haríamos bien en despegar los ojos de los cubitos de nuestro martini o nuestro tinto de verano siquiera para quejarnos de que ya está bien de que una pandilla de facinerosos y asesinos nos esté aguando no sólo la fiesta sino la vida.

Lo de siempre, me refiero a que estamos viviendo un verano como los de los últimos cuarenta años, tristón, inseguro y con muchas dosis de voluntarismo a fin de tomar por excelente una insolación que se parece más a un sirimiri. Con el agravante de que en vez de poner la toalla sobre la arena parece que la queremos tirar. Pero que no decaiga, siempre nos quedará Verano azul. O mucha diversión -¡muchísima, que guay!- a través del politono.

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