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Reportaje:

Aprender inglés en Doñana

1.600 alumnos de escuelas públicas acuden seis días a campamentos de inmersión lingüística

El núcleo costero de Mazagón (Huelva) esconde, a sólo 100 metros de la playa, un rincón de tiendas de campaña y cabañas. En este poblado, habitan tribus de niños que responden a los exóticos nombres de Killer bees (Abejas asesinas), Green coyotes (Coyotes verdes), Black bambas (Bambas negras) o Happy hippie hippos (Hipopótamos hippies felices). No tema, no son peligrosos. No más de lo que pueden ser 350 críos de entre 10 y 12 años en un campamento de verano, que es lo que realmente esconde este trozo de costa onubense.

Pero este campamento es algo especial. Aquí, lo principal es hablar en inglés. Por eso, 10 de los 46 monitores que trabajan son nativos de países angloparlantes y el resto tienen profundos conocimientos en este idioma. El de Mazagón, en el Parque Natural de Doñana, es un de los tres campamento de inmersión lingüística que la Junta ha organizado en Andalucía. Los otros dos se encuentran en Constantina (Sevilla) y en Cazorla (Jaén), el primero de ellos dedicado al alemán y el jiennense al francés.

"Aunque aprendan cuatro cosas, ya habrá valido la pena"
"Aprendan inglés, pero no como en la escuela, sino con actividades lúdicas"

Se trata del tercer año consecutivo que se organiza esta actividad lingüística y en total, se espera que este verano unos 1.600 chavales escolarizados en centros públicos -en los cursos de 5º y 6º de Primaria- pasen periodos de seis días conviviendo con sus compañeros de clase en un idioma que no es el suyo.

"Lo que queremos es que aprendan inglés, pero no como en la escuela, sino a través de actividades lúdicas propias de un campamento de verano, como el tiro con arco, la escalada en rocódromo o actividades en canoa", explica Jaime Neila, de 23 años y coordinador del campamento.

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Las actividades que Neila acaba de explicar en castellano son las que los chavales, después de sólo un par de días en Mazagón terminan refiriéndose como rock climbing (escalada), archery (tiro con arco) o cannoeing (montar en canoa).

Como Elena Halcón, que el viernes pasado regresó a Jerez de la Frontera (Cádiz) después de pasar seis días con sus amigos en el campamento. "A mí lo que más me gustó fue el rock climbing", dice con un perfecto acento gaditano. "La verdad es que me hubiese quedado una semana más".

Esa segunda semana que Elena desea hubiera sido como la primera. Despertador a las 8.30 de la mañana. Desayuno. Y actividades. Y más actividades... Como excursiones, deporte, veladas nocturnas en las que se cuentan las terroríficas historias del niño Pedro Pablo -un campamento no sería tal sin sus cuentos de miedo- u otras más prosaicas, pero no menos excitantes, como visitas al centro de El Acebuche, en Doñana, donde les explican los secretos de la fauna y la flora del parque nacional.

Toda la vida en el campamento se hace con el inglés como banda sonora principal. Los chavales, quizás al principio, se sienten un poco despistados, aunque vengan a sabiendas de que el lugar es especial.

"Algunos, los dos primeros días sí pueden quedarse un poco parados o responder en plan 'a mí me lo dices en español'. Pero en seguida se dan cuenta de que tienen que esforzarse, sobre todo cuando ven que otros -la mayoría alumnos de colegios con programas bilingües- sí entienden y responden a los monitores en inglés", comenta Jaime Neila.

En todo caso, si los críos no entienden algo, no hay ningún problema en traducir los conceptos al castellano. Sobre todo cuando se trata de normas de seguridad en según qué actividades como puede ser la escalada en rocódromo o el tiro con arco.

Al final, el responsable del campamento está convencido de que algo les queda a los niños que pasan por las instalaciones. "Aunque aprendan cuatro cosas ya habrá valido la pena".

Así lo cree también Alonso Guerrero, de 12 años, que visitó el campamento la semana pasada con sus compañeros del colegio Román Crespo, de Castellar, en Jaén. "Yo creo que he aprendido", dice sin dudar. Aunque afirma que saca buenas notas en el colegio, también comenta que con el inglés estaba un poco "así, así...". Pero si se le pregunta si le gustaría repetir el año que viene, la respuesta es rápida y decidida: "Sí". Sobre todo porque Alonso se perdió alguna de las actividades debido a un episodio de bronquitis del que ya se ha recuperado.

342,39 euros por alumno

La iniciativa de estos campamentos la desarrollan conjuntamente la Consejería de Educación y el Instituto Andaluz de la Juventud. Y todo se encuentra en el marco del Plan de Fomento del Plurilingüismo. Las estancias son totalmente gratuitas y se han organizado en inglés, francés y alemán, atendiendo al primer idioma extranjero que estudia el alumnado en sus respectivos centros educativos.

El grupo más numeroso lo constituye el de inglés, con un total de 1.327 plazas, seguido de francés con 193 plazas y alemán con 80 plazas ofertadas.

La realización del programa educativo Campamentos de Inmersión Lingüística genera un coste de 342,39 euros por alumno, lo que supone un presupuesto global superior al medio millón de euros que sufraga la Consejería de Educación. Un sorteo decide qué colegios son, entre los que los solicitan, los que acceden a los cursos.

Las estancias, en régimen de internado, son de seis días y cinco noches de domingo a viernes. Quedan cubiertos los gastos de traslado (ida y vuelta) desde la capital de provincia hasta el campamento, acompañados por monitores, así como el alojamiento, manutención y desarrollo de las actividades.

Los Campamentos de Inmersión Lingüística se pusieron en marcha de forma experimental en el verano de 2005, con la participación de 320 alumnos. El pasado curso, los escolares beneficiados ascendieron hasta los 1.600, cifra que se ha mantenido para el presente verano.

Los objetivos de estas actividades son consolidar el aprendizaje en las lenguas inglesa, francesa o alemana desarrollando aspectos prácticos de estas lenguas; crear hábitos y actitudes positivas en el aprendizaje de los idiomas; suscitar en el alumnado una actitud de aprendizaje permanente; y fomentar la convivencia y cooperación entre el alumnado.

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