Fast food cinema
En la mejor secuencia de Fast food nation (de estreno esta misma semana), película-denuncia sobre las condiciones empresariales de las grandes firmas de comida rápida, un magnífico diálogo ilustra la impersonalidad a la que se ha llegado en la mayor parte de las aparentemente inmaculadas compañías de servicios.
La recepcionista de un hotel despide tras unos días de alojamiento a uno de sus huéspedes con una falsa sonrisa de oreja a oreja y con una batería de preguntas aprendidas y recitadas de memoria a cuyas respuestas jamás prestará atención. Da igual el hotel, el establecimiento de hamburguesas o el servicio de atención al cliente. Da igual la empleada que atienda. Detrás del supuestamente exquisito trato, sólo hay fachada.
HARRY POTTER Y LA ORDEN DEL FÉNIX
Dirección: David Yates. Intérpretes: Daniel Radcliffe, Imelda Staunton, Gary Oldman, Michael Gambon. Género: aventuras. Reino Unido, EE UU, 2007. Duración: 138 minutos.
Viene esta larga introducción a cuento del estreno de Harry Potter y la Orden del Fénix, quinta entrega de la serie de adaptaciones de las novelas de J. K. Rowling, en la que tampoco hay más que fachada. Da igual quién escriba el guión. Da igual quién lo dirija. Harry Potter se ha convertido en una franquicia de servicios en la que nadie se puede salir del carril marcado, en una fábrica de hamburguesas realizadas con molde preestablecido. Sin la más mínima creatividad. En la que falta pasión, verdad, sentimiento y capacidad de riesgo.
Tras siete años entregando su talento (y ganando pasta para dar y tomar) a calcar los textos de Rowling, el escritor Steve Kloves, guionista de las magníficas Adiós a la inocencia, Los fabulosos Baker Boys y Jóvenes prodigiosos, deja por fin paso a un nuevo adaptador, éste de segunda fila: Michael Goldenberg (Contact; Peter Pan, la gran aventura).
Sin alma
Mientras, después de dos entregas dirigidas por Chris Columbus (especialista en cine juvenil), y otras dos por los prestigiosos Mike Newell (Donnie Brasco, Cuatro bodas y un funeral) y Alfonso Cuarón (Y tu mamá también, Hijos de los hombres), bregados en muy distintos géneros, toma el testigo de la cámara otro segundón: David Yates, con mucha tele y poco fuste como bagaje.
Y a pesar de todo, lo peor es que no hay la menor diferencia entre unas y otras. Ni los autores ni los artesanos ni los simplemente profesionales han conseguido otorgar personalidad alguna a una colección de secuencias ensambladas sin posible desperfecto, a las que nada se les puede reprochar técnicamente, pero sin alma ni condición artística.
Desde El prisionero de Azkabán (cuarto capítulo), los responsables de marketing se han ocupado de pregonar la presunta oscuridad que iba a abrazar el tono de la serie. Que con la adolescencia de los chicos (y quizá también de los lectores primigenios) llegarían también la complejidad de actitudes y sentimientos. Paparruchas.
Si acaso, lo que ha ido perdiendo la franquicia es cierta intensidad infantil y una pizca de traviesa frescura para acabar abrazando una estructura unidireccional y un fatigoso simulacro de tormentos construidos con escuadra y cartabón, sin ternura, rencor u ofuscación que no suenen telegrafiados por un intérprete-monigote.
De hecho, en una película copada por pesos pesados del cine y el teatro, los dos únicos instantes de humanidad en el rostro los ofrecen el sirviente de Sirius Black y el gigantón del bosque, dos criaturas creadas por ordenador.
COMPRA ONLINE ‘HARRY POTTER Y LA ORDEN DEL FÉNIX’
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.