Decir que no
No es sencillo ser Bartleby, es decir, resistirse lo mismo que el famoso personaje de Herman Melville. "Preferiría no hacerlo", repetía el personaje (el escribiente, traducido por Borges) cada vez que el patrón le pedía que copiase un legajo. No lo hacía. Prefería no hacerlo y, consecuentemente, se cruzaba de brazos. Lo normal es cumplir con el deber, no cuestionar las órdenes y obedecer (que, como todos saben, es amar). Lo normal no es decir "preferiría no hacerlo" cuando a uno le sugieren que haga algo. Lo normal es hacerlo y, si hay suerte, cobrar. Somos, en general, gente obediente. Obedecemos, en primer lugar, a nuestro instinto de conservación, de modo que intentamos salvar nuestro pellejo, nuestro trabajo o nuestras posaderas de la mejor manera. Desde luego no es fácil resistirse igual que el escribiente de Melville.
Saber decir que no tampoco es fácil. Nuestro instinto nos dice que digamos que sí, que no seamos estrechos, exquisitos, molestos, moralistas. Por eso ha sido una noticia de ámbito internacional la negativa de una periodista a leer un texto (llamarlo información sería excesivo) sobre la millonaria Paris Hilton. La autora de la hazaña, Mika Brzezinski, es periodista de la cadena de televisión MSNBC y trabaja en Los Ángeles. No sabemos si entre sus lecturas figura Bartleby, el escribiente, pero merecería tener un ejemplar en su mesilla. Cuando Brzezinski vio que el guión que tenía debajo de los ojos estaba encabezado por un relato estúpido protagonizado por la joven cretina Paris Hilton, decidió que preferiría no hacerlo. Se negó a recitar la noticia. Mientras sus editores y su productor sudaban, la periodista rompió el guión en pedazos y a cartón seguido puso otro en la trituradora de papel.
"Escuchen", dijo en directo la presentadora, "simplemente no creo en la cobertura de esta historia, y menos como noticia central en un día como hoy". "Vas a cambiar el mundo", le dijeron con sorna sus compañeros. "Sí, al menos mi mundo", les respondió Brzezinski. La historia podría ser edificante. Pero mucho me temo que el bartlebysmo no va a figurar nunca como asignatura en los planes de estudio de las facultades de periodismo. Tampoco en las academias militares o las iglesias, y todavía menos en el seno de hierro de los partidos políticos. Observar a Rajoy leyendo los guiones que le tienden Zaplana y Acebes (como si fueran trampas urdidas por sus peores enemigos) es realmente patético. También Rajoy (quizás) preferiría no hacerlo. Pero lo hace, obedece y va hundiéndose como una piedra lenta o un hilillo de fuel.
Hace diez años unos cuantos millones de españoles y vascos salimos a la calle para decir que no. También aquello fue algo extraordinario, lo nunca visto. Este jueves se cumplirán diez años del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Hace una década que dijimos "no". Pero el "no" duró poco. Tanta gente afirmándose en el no a la violencia y a la muerte resultaba inquietante, un peligro real para algunos. Tanta gente sin miedo les ponía los pelos de punta. Porque nunca en la historia de esta país habíamos tenido tanta gente menos miedo que entonces. Tampoco nunca nadie, lo recordaba el fiscal de la Audiencia Nacional en el juicio celebrado el pasado año por el asesinato del concejal de Ermua, había tenido tantos motivos como Francisco Javier García Gaztelu para no asesinar a su víctima. Nadie como Txapote tenía tantos motivos, y hasta tantas excusas si se quiere, para "preferir no hacerlo". Contra las vocaciones firmes, sin embargo, no hay nada que hacer.
Por su parte, el nacionalismo democrático y su adherencia EB prefirieron muñir el acuerdo de Estella-Lizarra y olvidarse del "no" colectivo, contundente de Ermua. Todos volvieron a copiar legajos. El miedo, ese señor de oscuro que guarda la viña, volvió a enseñorearse del país. Vinieron tiempos turbios. Nadadores en aguas revueltas. Es una historia triste, desdichada de veras la que nació y murió en el mes de julio de 1997, hace ahora diez años. Han pasado diez años y aquel inmenso "no" es tan sólo un recuerdo de muchas manos blancas, polvo de hemeroteca. Los que dijeron no luego dijeron sí y más tarde tal vez. Ahora todo es según. Puede que el escribiente de Melville, el señor Bartleby, sea objetivo de ETA.
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