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Carod y Ridao reconocen que fue un error pedir el 'no' al Estatuto

Enric Company

La cristalización en los últimos meses de corrientes internas opuestas a la dirección de Esquerra Republicana (ERC) ha provocado que el líder del partido, Josep Lluís Carod, y el portavoz en el Parlament, Joan Ridao, reconozcan en público por vez primera que fue "un error" preconizar el no en el referéndum del Estatuto de Autonomía, hace poco más de un año.

La explicación dada por Carod el lunes, en una entrevista en Localia Televisión, es que los sectores encabezados por Joan Carretero y por el diputado autonómico Uriel Beltran, ex coordinador de las JERC, fueron los que en 2005 forzaron a la dirección de Esquerra a tomar la "decisión incomprensible" de pedir el no en el referéndum del Estatuto "en contra de lo que querían dos de cada tres votantes".

Carod reconoció públicamente que, en aquel momento, quedó en minoría en la dirección y se vio obligado "por militancia de partido" a protagonizar la campaña por el no. El diputado Joan Ridao, que fue el principal ponente de ERC en la redacción del proyecto de Estatuto, reconoció también, ayer, que la dirección republicana "no estuvo a la altura adecuada" tras el acuerdo sobre el Estatuto alcanzado en enero de 2005 por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder de CiU, Artur Mas.

El retroceso electoral

El no al Estatuto dejó a ERC defendiendo ante el electorado la misma posición que el PP, un emparejamiento político que, a juicio de Carod, no fue del agrado de los votantes del partido independentista y provocó que dos tercios de ellos no siguieran su recomendación el día del referéndum y optaran por quedarse en casa o por el voto afirmativo, iniciando un retroceso electoral confirmado luego en las elecciones autonómicas y municipales.

Además de reconocer lo que a su juicio fue un error político, la explicación de Carod es también un intento de poner fin a la debilidad de la dirección de Esquerra, que muy a menudo se ve obligada a asumir las decisiones impuestas por los sectores más activistas del partido, como las JERC o el ala derecha encabezada por Carretero, o por organizaciones territoriales. El no al Estatuto no ha sido el único episodio de este tipo. El último sucedió hace tres semanas, cuando la comisión ejecutiva de ERC tuvo que dar por buena la decisión de la organización local de Barcelona de pasar a la oposición en el Ayuntamiento de la capital de Cataluña, algo que no deseaba en absoluto.

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Carod sostiene que la dirección del partido se halla a menudo prisionera de los 1.500 afiliados que asisten a determinadas asambleas. Suelen ser los más radicales, pero también los que mantienen posiciones más alejadas del promedio del medio millón de electores que el líder del partido aspira a retener. Lo que ayer no dijo, pero es notorio en el partido, es que las dos corrientes críticas surgidas en Esquerra se han desgajado del ala supuestamente controlada por el secretario general, Joan Puigcercós.

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