La hora de la verdad del comercio mundial
La Ronda de Doha corre el riesgo de naufragar si los países ricos y pobres no logran pronto un acuerdo para abrir sus mercados
Ahora o nunca. Las negociaciones para abrir los mercados mundiales y crear un entorno comercial más justo para los países en desarrollo están de nuevo estancadas, y sólo un milagro de última hora podrá evitar que la Ronda de Doha permanezca durante años olvidada en un cajón. Las subvenciones a la agricultura y los aranceles a los productos industriales y agropecuarios son los grandes escollos para un acuerdo.
La OMC teme que un largo 'parón' fortalezca las tendencias proteccionistas y fomente acuerdos bilaterales y regionales
"Estamos en la hora de la verdad. Si no se hace ahora, existe la conciencia colectiva de que no habrá acuerdo, en el mejor de los casos, en tres o cuatro años", afirma Arancha González, jefa de Gabinete del director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Pascal Lamy. "Es imprescindible aprovechar la oportunidad ahora", sostiene González, "puesto que entonces, el mundo será un lugar muy diferente".
La OMC ha retomado la iniciativa tras el fracaso de la reunión que mantuvieron recientemente en Potsdam (Alemania) los integrantes del llamado G-4 (EE UU, la Unión Europea, India y Brasil), que decidieron negociar por su cuenta los asuntos más espinosos de la Ronda de Doha. Brasil e India, decidieron abandonar anticipadamente la negociación por la imposibilidad de arrancar concesiones a sus interlocutores.
Washington y varios países de la UE, con Francia y España a la cabeza, se resisten a recortar las subvenciones a sus agricultores. A pesar de su inferior peso económico -sólo supone el 9% de las exportaciones mundiales-, la agricultura es clave debido a la enorme influencia política que ejercen las organizaciones o lobbies gremiales en la UE y en EE UU. De visita en Washington, el ministro de Comercio de India, Kamal Nath, declaró el viernes que la Administración de George W. Bush pretende enriquecer a sus granjeros a costa de millones de agricultores pobres. "Ustedes luchan por proteger y promover la prosperidad, y yo lucho por proteger un modo de ganarse la vida", dijo.
Los países en desarrollo también pretenden que los más ricos eliminen los aranceles que imponen a sus exportaciones agrícolas, como el algodón, el maíz y el azúcar. A cambio, los países desarrollados exigen a naciones como Brasil, Argentina, India o Indonesia que reduzcan sustancialmente las barreras arancelarias a sus exportaciones industriales. Imposible, dicen estos países, para los que la protección de las industrias propias es vital para su desarrollo. Además, a falta de regímenes fiscales avanzados, los países en desarrollo obtienen buena parte de sus ingresos con el cobro de aranceles y no quieren renunciar a ellos. Gonzalo Fanjul, coordinador de investigación del departamento de campañas y estudios de IntermónOxfam, afirma que una liberalización total del comercio de productos industriales sería "catastrófica" para los países en desarrollo.
Falta de confianza
En opinión de Arancha González, de la OMC, la falta de confianza entre las partes hizo imposible el acuerdo en Potsdam: "Cada uno piensa que si pone algo sobre la mesa, los demás se lo guardarán en el bolsillo sin ofrecer nada a cambio. Están paralizados por el miedo".
Gonzalo Fanjul piensa que la intransigencia de EE UU y la UE es la razón del fracaso de Potsdam y del estancamiento de la Ronda de Doha. "Ofrecen muy poco en agricultura y plantean exigencias desproporcionadas en materia industrial", dice el representante de IntermónOxfam. Los países ricos, sostiene, exigen a Brasil e India una apertura de mercados que España no hubiera podido soportar cuando protegía su industria en los años sesenta y setenta.
Los miembros del G-4 han decidido regresar a Ginebra y seguir negociando bajo los auspicios de la OMC. La organización, explica González, confía en que aún es posible que sus 150 miembros se pongan de acuerdo trabajando con ayuda de una tercera parte de confianza que sólo tenga en cuenta el interés común. "Dejar escapar esta oportunidad sería un tremendo error", apunta. Este mes de julio, los responsables de las dos principales vías negociadoras, la agrícola y la de productos industriales, presentarán en Ginebra, sede de la OMC, sendos documentos que deberían servir de base para negociar un rápido acuerdo.
Va a ser difícil. Entre los negociadores hay cansancio por lo prolongado del proceso -la Ronda de Doha arrancó en 2001- y cunde la sensación de que el status quo no supone problema alguno para nadie. La economía mundial crece a buen ritmo y el precio de las materias primas que exportan los países pobres está alto. Ambas circunstancias quitan presión a los países negociadores a la hora de hacer concesiones, y hay quien piensa que será necesaria una crisis global para estimularlos.
La OMC cree que si no hay un acuerdo ahora, será casi imposible avanzar hasta que concluyan los procesos electorales en EE UU, cuya campaña presidencial comienza en enero próximo, y la UE, con elecciones al Parlamento Europeo previstas para 2009. Además, hoy finalizaba el plazo que el Congreso de EE UU dio a la Casa Blanca para aprobar por la vía rápida cualquier acuerdo comercial. Al cierre de esta edición ese plazo no se había renovado. Sin la vía rápida será casi imposible que Washington firme un pacto, pues éste quedaría sujeto a enmiendas por parte de los numerosos legisladores que representan a Estados agrícolas, opuestos a una reducción drástica de las subvenciones.
Gonzalo Fanjul añade otro factor de incertidumbre. En su opinión, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, mantiene "posiciones muy regresivas" sobre la Política Agraria Común (PAC), lo que augura poca disponibilidad a ceder en materia de subvenciones.
La OMC teme que un largo parón en la Ronda de Doha fortalezca las tendencias proteccionistas y fomente la firma de acuerdos comerciales bilaterales y regionales como alternativa, no como complemento, de los acuerdos multilaterales. "Un fracaso de la ronda enviaría una señal negativa y daría argumentos a los partidarios del proteccionismo", sostiene González. La principal preocupación de la OMC es que esos acuerdos son con frecuencia muy desiguales, pues permiten a los países poderosos imponer sus condiciones a los más desfavorecidos. Y además, no abordan el espinoso tema de las subvenciones agrícolas.
En opinión de IntermónOxfam, África, Asia y América Latina llevan las de perder si no hay final feliz en la Ronda de Doha. Si África consiguiera una apertura de los mercados europeos y norteamericanos a sus exportaciones agrícolas, reduciría considerablemente su dependencia de la ayuda internacional. "Hay muchas razones para ser pesimista", afirma Fanjul. "Si hay un avance será que los pobres han cedido".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.