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Entrevista:DIEGO MORA | Coordinador de Trasplantes del Hospital J. R. Jiménez

"No hay ninguna religión que impida un trasplante"

Los enfermos renales de Huelva ya no tendrán que desplazarse hasta Granada para recibir un trasplante de riñón como venía siendo habitual desde 1993. El hospital Virgen del Rocío de Sevilla acoge desde el 25 de junio a los pacientes onubenses para practicarles esta operación. De esta manera, los enfermos ganan en comodidad y en calidad (mejor estado de los órganos). En los hospitales onubenses no se practican trasplantes de órganos.

El motivo de que los pacientes de Huelva hayan tenido que acudir a Granada en los últimos 14 años y ahora regresen a su "centro natural", como lo describe el coordinador de trasplantes del hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva, Diego Mora, responde al "principio de equidad", que es una premisa sagrada que rige los trasplantes en Andalucía.

En 1993 ese principio no se cumplía. La lista de espera de pacientes sevillanos y onubenses superaba al resto de provincias andaluzas. "La opción de Granada, que contaba con una tasa de donantes superior a la de Sevilla y Huelva, equilibraba la balanza y los pacientes onubenses tenían las mismas posibilidades de operarse que el resto de los enfermos andaluces", explica Mora. Ahora el panorama ha cambiado. Sevilla cuenta con una alta tasa de donación que ha reducido su lista de espera, que a 31 de diciembre de 2006 ascendía de 119. En Huelva hay 62 enfermos a la espera de un trasplante de riñón. Los pacientes de Jaén se operarán en Granada, y los de Huelva, en Sevilla.

Diego Mora destaca "la especial sensibilidad y solidaridad" de la población onubense hacia la donación, que ha provocado que este año haya registrado un 7% en negativas familiares (el 93% de la población está a favor de la donación), muy por debajo de la tasa nacional, que se sitúa en un 15%, y de la media andaluza, en torno al 18%. Mora, quien se encarga de plantearle al familiar del fallecido -en un momento de intenso dolor posibilidad de donar los órganos, remarca la importancia de la concienciación social y de la información. "La negativa suele estar motivada por el desconocimiento de los deseos del fallecido o la desinformación". Este médico intensivista descarta los motivos religiosos. "No hay ninguna religión que lo impida", asegura.

Salvar otras vidas

El instante más delicado para un coordinador es cuando la persona no lo ha comunicado en vida. "La situación es muy amarga, los familiares están desconsolados. Calculo unos cinco o diez minutos de duelo, pero debo actuar con rapidez porque los órganos comienzan a deteriorarse". "Intento explicarles que esos órganos pueden salvar otras vidas. No se trata de venderles ninguna moto". Gracias a 13 donantes onubenses un total de 27 pacientes de todo el país han salvado la vida. El médico recuerda con afecto el caso de una madre que donó los órganos de su hijo muerto y escribió posteriormente una carta de agradecimiento al hospital. "De alguna manera, afirmaba ella, su hijo continuaba vivo más allá de la muerte".

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Diego Mora incide en que no menos importante resulta la donación de tejidos. "No son tan espectaculares como los trasplantes de órganos, pero mejoran de forma considerable la calidad de vida de los pacientes", asevera. En el hospital onubense se realizan este tipo de intervenciones desde 1999 (hueso y córneas) además de trasplantes de progenitores hematopoyéticos (comúnmente conocido como médula ósea). "La piel, por ejemplo, salva a personas quemadas en más de un 40% de su superficie corporal. Antes la mortalidad era altísima por el elevado riesgo de contraer infecciones. Con el tiempo hemos certificado que pese a las muchas soluciones artificiales que se han inventado, la mejor salida es la epidermis de otro ser humano". Mora explica que la piel se procesa como si fuera un tablero de ajedrez. Se introduce en un banco de tejidos y se estira". Diego Mora concluye: "No hay motivo para no ser donante. Hay que pensar no sólo en términos de solidaridad, sino también de egoísmo. Algún día lo podremos necesitar nosotros". En el despacho de Diego Mora cuelga un cuadro en el que figura una niña, bailarina, que contiene un lema esperanzador: "Tiene los ojos de su madre, la sonrisa de su padre y un órgano trasplantado".

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