La juez procesa a seis 'mossos' acusados de torturar a un detenido
La magistrada ve indicios suficientes para iniciar el juicio oral
Los seis agentes de los Mossos d'Esquadra acusados de torturar a un ciudadano rumano en Barcelona están a un solo paso de sentarse en el banquillo. La juez que investiga el caso ha dado por finalizada la fase de instrucción y ha decidido mantener las imputaciones contra los policías. La declaración "firme y clara" de la víctima, los testigos y los partes médicos son suficientes indicios para iniciar el juicio oral, según la magistrada.
La titular del Juzgado de Instrucción número 10 de Barcelona, Rosa M. Freire, mantiene las imputaciones contra un sargento, dos cabos y tres agentes de la policía autonómica. Están acusados de los delitos de lesiones, detención ilegal, contra la integridad moral, falsedad en documento oficial y contra los derechos constitucionales. El auto, al que ha tenido acceso este diario, da diez días a la fiscalía y a las partes implicadas para solicitar la apertura de juicio oral.
Los hechos ocurrieron en julio de 2006. En una semana, alguien cometió dos robos con extrema violencia en un mismo piso del casco antiguo. Los Mossos "contaban como principal elemento para identificar al autor" con la fotografía de un cajero automático. En ella se observa cómo un hombre joven, que viste gafas de sol y visera, saca dinero con una de las tarjetas robadas.
Los agentes cotejaron la imagen con el álbum de personas fichadas y comprobaron que había un gran parecido con un hombre llamado Luician Paduraru, que acabó convirtiéndose en víctimas de los supuestos malos tratos. Aun sin estar "al cien por cien segura", la víctima de los robos reconoció a Paduraru. Y los Mossos le detuvieron.
La noche del día 27, cuatro de los agentes imputados se apostaron cerca del domicilio de Paduraru. "Se abalanzaron violentamente por la espalda, le hicieron la zancadilla y le tiraron al suelo", relata el auto. Allí "le golpearon, pisándole la cabeza y propinándole patadas". Uno de ellos agarró del pelo y del cuello a F. I. C., la mujer que acompañaba a Paduraru, confundido por error con un peligroso delincuente.
"Aquí hay cámaras"
Diversos transeúntes pidieron a los agentes que dejaran de golpearle. A excepción de la portera del edificio, que "les animaba a darle más", indica la juez. Paduraru fue introducido en el coche patrulla, donde uno de los cabos "le metió la pistola en la boca y le decía que debía reconocerlo todo". El joven fue trasladado a la comisaría de Les Corts, donde en los últimos meses se han dado otros casos de presuntos malos tratos a detenidos. El cabo siguió golpeándole hasta que alguien salió del interior de la comisaría y le pidió que dejase "de hacer tonterías, que aquí hay cámaras".
Ya en Les Corts, Paduraru tuvo que desnudarse íntegramente (sin que constara en la ficha, como exige el protocolo) y siguió recibiendo insultos ("hijo de puta") y amenazas. Con la excusa de acompañar a su pareja al piso, los mossos aprovecharon para registrar ilegalmente la vivienda. "Nada de esto se hizo constar en el atestado". Tras su detención, Paduraru, que es hemofílico, fue asistido de varias contusiones en el Hospital del Mar, donde recibió una transfusión de sangre que, según el auto, fue "vital".
La juez sostiene que la exposición del denunciante, así como las pruebas documentales -un informe de Asuntos Internos- dan credibilidad a los hechos. La magistrada también pone de manifiesto que el doctor de turno de la comisaría tuvo un cumplimiento "inadecuado" de sus obligaciones, ya que no denunció inmediatamente que las lesiones podían obedecer a malos tratos, por lo que llevará el caso ante el Instituto Catalán de la Salud.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.