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Iberdrola compra la eléctrica Energy East de EE UU por 3.400 millones

Sánchez Galán apuesta por el crecimiento contra operaciones hostiles

Iberdrola anunció ayer la compra de la compañía estadounidense Energy East por 3.400 millones de euros. La compañía española pagará 28,5 dólares por acción, con una prima del 26%. La operación, negociada antes de la gran compra de Scottish Power, conlleva también una deuda de 3.000 millones. Con esta adquisición amistosa, la eléctrica gana tamaño, consolida su posición en EE UU y dificulta posibles operaciones hostiles en su contra.

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La mejor defensa, sin duda, es un buen ataque. El presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán no ha dejado pasar ni dos meses desde que cerró la compra de la británica Scottish Power (17.100 millones de inversión) para ganar tamaño. La eléctrica anunció ayer, al cierre del mercado de Nueva York, la compra de la compañía eléctrica estadounidense Energy East. La empresa opera en cinco estados de EE UU: Nueva York, Maine, Massachusetts, New Hamshire y Connecticut. Presta servicio a tres millones de clientes y aunque no tiene activos en el campo de moda, las energías renovables, abre un interesante campo -en forma de créditos fiscales, tax credits- si se integran todos los activos de la compañía española en EE UU, lo que daría allí a Iberdrola un tamaño comparable a lo que representa Fenosa en España.

La operación -aprobada anoche por los consejos de ambas sociedades- tiene, al menos, dos consecuencias inmediatas. Por un lado, refuerza la posición de Iberdrola en Estados Unidos y, por otro, dificulta posibles operaciones hostiles contra Galán. Iberdrola, tras esta operación, tiene el 49% de su negocio en el exterior.

Bajo presión

A nadie interesado en el mundo de los negocios en España se le escapa que Sánchez Galán está sometido a presión. El grupo constructor ACS, que controla directa e indirectamente un 11,8% de Iberdrola no oculta que tiene planes ambiciosos para sus participaciones en el sector energético, Unión Fenosa y la propia Iberdrola. Y todo ello mientras inversores poderosos como Albert Frère (accionista del grupo Suez, aliado de La Caixa) toman posiciones (5%) en Iberdrola y alientan, de paso, todas las especulaciones.

Con tal panorama, Sánchez Galán, ha decidido que lo mejor es crecer. A mayor bocado, más difícil de tragar. La operación cerrada ayer se negoció, incluso, antes de que la escocesa Scottish Power y su filial en EE UU, PPM, se le pusiera a Iberdrola a tiro de chequera. Así lo confirman fuentes de la empresa. No obstante, la dimensión de la operación en Reino Unido dejó en un segundo plano la aventura estadounidense. Claro que Sánchez Galán no la olvidó.

Tras asumir el control de la eléctrica británica, volvió a rondar la reja de la estadounidense. Y ésta se ha hecho querer. En las últimas semanas, fuentes al tanto de los planes genéricos de Sánchez Galán, extendieron nombres de los posibles objetivos en EE UU: desde Florida Power a la filial de Exelon, Peco. En Iberdrola no existen dudas sobre el propósito de las filtraciones: dificultar la estrategia de Sánchez Galán, que ha demostrado una notable capacidad para eludir cercos. Al final, el auténtico objetivo no ha trascendido y la cotización de Energy East ha caído a sus niveles más bajos del último año.

El primer ejecutivo de Iberdrola, en cualquier caso, pone énfasis en el crecimiento de la compañía, tanto en Europa como EE UU, antes que en las batallas que libra en España. En EE UU, la compra más reciente de Iberdrola fue la de la eólica Wind Energy, en la que invirtió 55 millones de euros.

Ahora, el punto caliente para Sánchez Galán es la obtención de recursos para financiar la expansión en Europa y en EE UU. En octubre, y además de buscar financiación bancaria, la compañía tiene previsto emitir más de 4.500 millones de euros en obligaciones. Además, Iberdrola ha anunciado la venta en Bolsa del 20% de su filial de renovables Iberenova.

Ignacio Sánchez Galán tras el anuncio de compra de Scottish Power, en noviembre.
Ignacio Sánchez Galán tras el anuncio de compra de Scottish Power, en noviembre.BERNARDO PÉREZ

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