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Reportaje:

África levanta cabeza

Las materias primas, las reformas estructurales y la disminución de los conflictos impulsan la economía del continente

La línea de bolsos, zapatos y pañuelos Taytu causó sensación el otoño pasado en Première Classe, la feria de complementos de moda de París. Los elogios de la prensa y los pedidos llovieron sobre una marca que no tiene origen en Francia, Italia o España, sino en Etiopía, un país no precisamente conocido por la calidad de sus manufacturas. El éxito de Taytu -un consorcio de empresas gestionado con ayuda de la ONU- es sólo un ejemplo de cómo un sector privado emergente está ayudando a revitalizar no sólo la economía etíope, sino la de toda África. Los economistas detectan señales que invitan al optimismo sobre el futuro del continente, cuyo producto interior bruto lleva tres años seguidos subiendo más del 5%. Las previsiones apuntan a que el ritmo de crecimiento africano, que supera ya al de América Latina, será aún mayor en los próximos años.

"El estado de la economía africana es el mejor de los últimos 25 años", afirma el economista jefe del Banco Mundial para ese continente
Dos terceras partes de la población africana vive en países que han crecido al menos un 4,5% en los últimos diez años
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Gracias a las buenas cosechas -especialmente del café-, al aumento de unas exportaciones cada vez más diversas y a las reformas estructurales puestas en marcha por el Gobierno de Adis Abeba bajo la supervisión de los organismos financieros internacionales, la economía etíope ha crecido una media del 8,9% en los últimos tres años. Según la OCDE, si el país consigue mantener ese ritmo de crecimiento dará un paso de gigante hacia la consecución de uno de los Objetivos del Milenio: recortar a la mitad el número de sus habitantes que viven en la pobreza extrema antes del año 2015.

África afronta problemas descomunales que tardarán décadas en resolverse. El 44% de su población vive en la extrema pobreza y más de 250 millones de sus habitantes se hacinan en condiciones insalubres en suburbios de las grandes ciudades, una cifra que se duplicará antes de 2020. En la zona subsahariana del continente, menos de una cuarta parte de la población dispone de electricidad y agua potable en sus hogares. La corrupción campa a sus anchas, especialmente en aquellos países que exportan petróleo y piedras preciosas. Dos terceras partes de los infectados con el virus del sida en el mundo son africanos -unos 30 millones-, protagonistas de una tragedia humana con consecuencias devastadoras sobre la actividad económica.

Sin embargo, como sucede en Etiopía, hay señales que invitan a vislumbrar con cierto optimismo el futuro del a veces llamado continente desesperado. Dos terceras partes de la población del continente vive en países que han crecido al menos un 4,5% en los últimos diez años, lejos del triste 2% de las décadas de los ochenta y los noventa del siglo XX; la entrada de capital extranjero se ha duplicado en pocos años, hasta alcanzar los 19.000 millones de dólares, mientras que el envío de remesas de los inmigrantes asciende a 8.000 millones de dólares anuales. A corto plazo, las perspectivas son halagüeñas: la OCDE calcula que la economía africana crecerá un 5,7% este año y a un ritmo ligeramente superior el que viene. El Foro Económico Mundial, reunido esta semana en Ciudad del Cabo, va más allá al vaticinar para 2007 un aumento del PIB continental del 6,7%, que sería el mayor en la historia reciente.

"El estado actual de la economía africana es el mejor de los últimos 25 años", afirma el economista jefe para África del Banco Mundial, John Page. "En todo el continente la gestión macroeconómica es bastante buena, la inflación está bajo control y en la mayoría de los países muchas reformas estructurales están comenzando a dar sus frutos".

Un entorno internacional favorable, el éxito de los planes de reducción de deuda y la subida del precio de las materias primas y de las exportaciones agrícolas son tres factores que han contribuido a animar la actividad en los últimos años. "El entorno macroeconómico de África tiene cada vez mejor aspecto", afirma Jennifer Blande, economista del Foro Económico Mundial. "Se han hecho muchos progresos, pero el problema es que el resto del mundo está avanzando más deprisa", añade.

De manera lenta, pero segura, África está integrándose en la economía mundial, opina Page. "La mala noticia", subraya, "es que la tercera parte de los africanos sigue viviendo en países donde el crecimiento económico es inferior al aumento de la población y donde la renta per cápita, de hecho, está declinando".

Los organismos internacionales coinciden en que el ritmo de crecimiento actual no es suficientes y que debería alcanzar al menos un 8% anual para cumplir el objetivo del milenio respecto a la pobreza. "Un verdadero crecimiento sostenible debe sujetarse en cimientos nacionales sólidos más que en circunstancias cíclicas o exógenas", advierten los economistas del Foro Económico Mundial en su informe.

En un continente con culturas, zonas climáticas y estructuras sociales tan diversas es difícil encontrar pautas comunes. En el África subsahariana, por ejemplo, países como Camerún, Uganda, Etiopía, Burkina Faso y Mozambique han logrado mantener un crecimiento sostenido por encima de factores coyunturales. Otros, como Costa de Marfil, siguen en la cuerda floja o están a punto de derrumbarse, como Zimbabue. La República Democrática del Congo, que el año pasado celebró sus primeras elecciones en 40 años, lucha por reducir su enorme deuda y equilibrar unas finanzas castigadísimas por décadas de guerra civil. Las infraestructuras y el aparato productivo del antiguo Zaire están destrozadas, especialmente en el este, donde la guerrilla sigue activa.

Suráfrica, una de las grandes economías del continente, mantiene un sólido ritmo de crecimiento gracias a la pujanza del consumo y de la inversión. La aparición de una clase media negra, consecuencia en buena parte de las iniciativas gubernamentales de fomento de la igualdad, está estimulando el gasto de las familias y, por consiguiente, los sectores de la construcción y los servicios.

El petróleo es el factor clave en el cambio económico de varios países africanos, que acarician la abundancia por primera vez en la historia. Exportadores de crudo como Nigeria, Angola, Sudán y Guinea Ecuatorial avanzan con más brío que los demás. El descubrimiento de abundantes yacimientos de petróleo están permitiendo a Guinea Ecuatorial y Angola sostener niveles de crecimiento espectaculares: un 20,9% en el caso de la ex colonia española y un 17,6% en el de la portuguesa.

La bonanza del petróleo tiene también su lado oscuro. Los organismos internacionales y las ONG no se cansan de expresar su preocupación por la corrupción en la gestión de los recursos procedentes de la venta de crudo. "El reto para los países exportadores de petróleo es invertir esos beneficios en educación, sanidad e infraestructuras, para así diversificar sus fuentes de crecimiento económico", dice Kenneth Ruffing, coordinador del informe sobre economía africana que publica anualmente la OCDE.

Decepción es la palabra con que los gobiernos africanos, las ONG y muchos economistas han reaccionado a la ayuda prometida por el G-8 en la reciente cumbre de Heiligendamm (Alemania). Para Max Lawson, directivo de Oxfam, el compromiso de los países ricos se ha quedado 27.000 millones de dólares corto en relación con las promesas hechas en 2005 en Gleneagles (Escocia).

"Con malabarismos en la contabilidad no se salvan vidas. Eso sólo se consigue cumpliendo las promesas", afirma Lawson. "Los contribuyentes de los países del G-8 exigen más ayuda al desarrollo. África la necesita. No hay excusas para las decisiones tomadas estos días en Heiligendamm", agrega.

El hombre más rico del continente encabeza el grupo de los optimistas. "En el siglo XXI las cosas han cambiado en África y ahora vamos a por todas", afirmó Nicky Oppenheimer, presidente de la multinacional minera surafricana De Beers, en un reciente discurso titulado Por qué África tendrá éxito. Siempre escéptico ante la utilidad de la ayuda internacional y convencido de que los africanos saldrán adelante con su propio esfuerzo, Oppenheimer sostiene que África no está creciendo a pesar de la apatía internacional, sino gracias a ella.

África también ha hecho grandes avances en el terreno político. Hace 25 años sólo tenía tres democracias: Senegal, Botsuana y Mauricio. Hoy, más de 40 países celebran elecciones, y a pesar de que muchos de esos procesos no son precisamente ejemplares, contribuyen a mantener cierta estabilidad política. El número de conflictos armados también se ha reducido notablemente en la última década, lo que ha creado un entorno de mayor seguridad y más propicio al desarrollo.

A juicio de Ruffing, de la OCDE, pequeñas empresas como la etíope Taytu están comenzando a actuar como motor del crecimiento de África, a pesar de las trabas para su funcionamiento que impone la burocracia. Las pequeñas empresas son las predominantes en el sector privado africano y crean la mayor parte de los empleos, aunque la mayoría de ellas opera en la economía sumergida.

"El pequeño tamaño de las empresas", dice Ruffing, "es resultado tanto de la pujanza del sector privado como de las barreras legales y financieras que entorpecen la acumulación de capital". Las grandes compañías, explica este economista, han sido capaces de superar esas barreras y de aguantar las frecuentes sacudidas en el entorno empresarial africano, pero las empresas de tamaño medio siguen siendo prácticamente inexistentes y constituyen el llamado missing middle (algo así como el término medio perdido).

¿Cuáles son las asignaturas pendientes de la economía africana? ¿Qué se precisa para que el continente enfile el camino de la prosperidad? Harry Broadman, especialista en África del Banco Mundial, enumera algunas:

-Creación de un entorno más favorable a la aparición de empresas más competitivas

-Reformas políticas de calado para mejorar la gestión de las administraciones públicas.

-Mercados laborales más flexibles y mercados financieros más fuertes.

-Mejora de las infraestructuras, con vistas sobre todo a la integración continental.

-Crear un espacio económico único en el África subsahariana.

Un ciclista pasa junto a unas torres de alta tensión en las afueras de Nairobi, capital de Kenia.
Un ciclista pasa junto a unas torres de alta tensión en las afueras de Nairobi, capital de Kenia.REUTERS

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