"Sin la forma no llega el mensaje"
Félix Viscarret (Pamplona, 1975) ha vivido el sueño de todo joven cineasta: que un productor se fije en él. El hada madrina, en su caso, se llama Fernando Trueba y el flechazo surgió en Berlín, en 1999. Viscarret había ganado una mención especial del jurado con su cortometraje Dreamers (Soñadores) y Trueba presentaba La niña de mis ojos. Alguien recomendó a Trueba que viera el trabajo anterior de Viscarret. El productor le pidió que se lo hiciera llegar. "Pensé: 'Qué tío más majo, esto se lo dirá a todos, pero qué simpático'. No lo hice. Pasaron los meses y un día, al salir de un cine en Madrid, me lo encontré y me echó la bronca: 'Eres un cabrón, no me has enviado los cortos...'. Y ahí pensé que era sincero porque si meses después insistía...". Esa vez sí que lo hizo. Con éxito, porque Trueba decidió producir el primer largometraje de Viscarret y ambos empezaron a buscar una historia.
Los personajes de 'Bajo las estrellas' son unos pobres diablos. Son como la chatarra de la sociedad, viven en lugares de paso..."
Pasó un tiempo hasta que cayó en manos de Trueba la novela El trompetista del Utopía, de Fernando Aramburu. Era perfecta para Viscarret. La versión cinematográfica, con el título Bajo las estrellas, se presentó en el pasado Festival de Málaga, donde ganó los premios a la mejor película, dirección, guión novel e interpretación masculina para Alberto San Juan. Hoy se estrena en los cines.
Pregunta. ¿Por qué cree que Trueba pensó en usted para rodar Bajo las estrellas?
Respuesta. Cuando leyó El trompetista del Utopía vio algo que le recordaba al tono del humor de mis cortos. Esa extraña relación del protagonista crápula con la niña, cómo los dos se tratan sin ningún tipo de tacto, son políticamente incorrectos y, a la vez, hay entre ellos una gran ternura. Supongo que esos personajes atípicos, que establecen cierta amistad o cierta relación de cariño, le recordaron a cosas que yo había hecho.
P. El filme tiene una estética y una banda sonora muy definidas. ¿Cómo tomó esas decisiones?
R. Una labor muy bonita como realizador es, antes de rodar, decidir el universo, el mundo de la historia, cómo hacer para que el espectador vea las diferencias con otras propuestas. Los personajes de Bajo las estrellas son unos pobres diablos. Son como la chatarra de la sociedad, viven rodeados de chatarra, entre fábricas cerradas, en lugares de paso... Por eso necesitaba una música de road movie y un poco chatarrera también, sonidos bonitos salidos de instrumentos menores. Ésa fue la propuesta de Mikel Salas, autor de la banda sonora: huir de los instrumentos nobles, como la guitarra, el piano o las cuerdas para apoyarse en el banjo, el ukelele, en un xilófono de juguete o en vidrios frotados, de donde sale algo bello. También tuvimos la enorme suerte de contar con Enrique Morente para que interpretara, como una especie de Frank Sinatra moderno, Stella by Starlight, el tema principal
P. ¿Qué importancia da a los aspectos formales?
R. Creo que sería muy pobre cuidar sólo lo formal y no el guión. El corazón de Bajo las estrellas es la historia, que ya estaba en la novela de Aranburu. Es el proceso de redención de un antihéroe que va de cráneo por la vida y cómo por primera vez, en un momento crucial de su vida, tiene que arrimar el hombro y pelear por los que quiere; esa transformación, lo emotivo y casi épico de un tipo tan desastre que, por primera vez, va a intentar hacer las cosas bien. Eso es lo que emociona y cómo lo hace por amor a su hermano o a una niña que acaba de conocer. Si a los espectadores les gusta la película será porque conecten con el corazón de la historia. Lo que pasa es que si en el cine descuidáramos la forma, el mensaje no llegaría a buen puerto. El guión es el corazón, pero la música, la fotografía, las localizaciones, hasta el vestuario... todo es uno en las historias bonitas que nos emocionan.
P. ¿Cómo fue el trabajo con los actores ante un director novel?
R. Alberto y yo no paramos de discutir en los primeros ensayos. Él está en todas las secuencias de la película, es un protagonista omnipresente. Casi como en una novela decimonónica, todo gira en torno a él y supongo que quería tener la seguridad de que todo estuviera bien razonado. Pero dejó todas sus dudas para los ensayos, porque en el rodaje casi no tuve que darle indicaciones.
P. ¿Se considera afortunado?
R. Desde luego, me considero afortunado por haber tenido el productor que he tenido. Pero detrás de esa química que pudo haber entre nosotros hay muchos años de trabajo casi solitario sin muchas recompensas. Ahora, contado así, parece que todo fue muy fácil. Pero desde que Fernando y yo nos conocimos en 1999 hasta 2007 ha habido muchos años de trabajo. No es que encontrara un productor generoso y me echara a dormir. "
Babelia
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