EE UU acusa a Al Qaeda de volar una mezquita chií en Irak
Bagdad decreta el toque de queda y pide calma tras el nuevo atentado en Samarra
La voladura de los dos alminares de lo que queda de la mezquita dorada de Samarra, cuya cúpula fue destruida en un atentado en febrero de 2006, tiene la huella de Al Qaeda en Irak y está diseñado para reavivar las tensiones entre suníes y chiíes, asegura la Casa Blanca. El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, que fue menos concreto al repartir la autoría entre yihadistas y sadamistas, ordenó la apertura de una investigación y declaró el toque de queda en la capital.
El último ataque en 2006 contra la mezquita dorada -como se conoce a la de Hasan al Askari, el padre del Mahdi, el imán oculto cuyo regreso como mesías esperan los chiíes desde el siglo IX- provocó una guerra civil entre milicias chiíes y suníes, que causó decenas de miles de muertos y el desplazamiento masivo de comunidades, creando barrios confesionalmente puros en Bagdad.
Cientos de manifestantes marcharon ayer por las calles de Samarra, a 110 kilómetros al norte de Bagdad, para protestar por el atentado. La policía iraquí logró dispersarlos tras efectuar varios disparos al aire. A pesar del toque de queda instaurado por el Gobierno de Maliki en Bagdad, cuatro templos suníes fueron atacados. Esa medida de excepción se fue extendiendo por la tarde a otras zonas el país, como Hilla, al sur de Bagdad, junto a las ruinas de Babilonia.
Varios líderes chiíes, entre ellos el gran ayatolá Alí al Sistaní, líder espiritual de los chiíes de Irak, han realizado llamamientos a la calma y a evitar represalias.
No está claro quién colocó los explosivos en una ciudad predominantemente suní, aunque la Casa Blanca no tiene dudas en señalar a la organización de Al Qaeda en Irak. El templo estaba protegido por las fuerzas de seguridad iraquíes, de ahí que el Gobierno de Maliki haya ordenado la apertura de una investigación. El servicio de información estadounidense está seguro de que Al Qaeda ha logrado infiltrase en algunas unidades locales de las fuerzas de seguridad de Irak. Hasta hace un mes la policía de Samarra era ejemplar. Estaba dirigida por el teniente coronel Abdul Jaleel Hanni, un suní que sirvió en los servicios secretos de Sadam Husein y que había mostrado una extraordinaria habilidad para reclutar nuevos oficiales y mantener la disciplina. Hanni murió en mayo junto a 11 oficiales en un atentado con coche bomba.
Ayer se escucharon dos explosiones casi simultáneas que parecían proceder del interior del templo. Eran las nueve de la mañana (dos horas menos en la España peninsular). Un agente de policía sostiene que se trató del impacto directo de varias granadas de mortero, pero la forma en la que se derrumbaron los alminares apunta más bien a la primera posibilidad.
Este templo de confesión chií ya quedó gravemente dañado en febrero de 2006. El objetivo ahora han sido los dos minaretes que permanecían en pie. Su carga simbólica es enorme. El clérigo radical chií Múqtada al Sáder, cuya milicia del Ejército del Mahdi participó activamente en la guerra civil contra los suníes, ha convocado esta vez manifestaciones pacíficas y tres jornadas de luto.
"Esta brutal acción contra uno de los templos más sagrados de Irak es un intento deliberado de Al Qaeda de provocar divisiones e inflamar la lucha sectaria en perjuicio del pueblo de Irak", se asegura en un comunicado conjunto formulado por el embajador de Estados Unidos en Irak, Ryan Crocker, y el jefe militar de las tropas estadounidenses, David Petraeus.
Fuentes del Ejército estadounidense en Irak razonan que el objetivo y el momento escogido tiene la huella de Al Qaeda, organización que atraviesa por una delicada situación debido a que numerosas tribus suníes y grupos de la llamada insurgencia nacional han comenzado a combatirles. El objetivo del atentado contra los alminares sería, según esta tesis, devolver a Irak a la situación anterior a la aplicación en febrero del plan de seguridad diseñado por Petraeus y presentado por Maliki. Aunque no se ha logrado frenar el goteo de muertos, sí se ha conseguido reducir la intensidad de la guerra civil.
El mando militar norteamericano en Irak temía la posibilidad de un ataque de este tipo, y por ello alertó al Gobierno iraquí. Estaban convencidos de que el objetivo sería una de las tres mezquitas más sagradas del chiismo: las de Husein y Abbas, en Kerbala, o la de Alí, en Nayaf, y nunca el templo del imán Al Askari de Samarra. El Gobierno iraquí decidió sustituir la guardia suní que protegía la mezquita dorada por otra chií. Los nuevos militares llegaron en la noche anterior al atentado. Abdul Sattar Abdul Jabbar, prominente clérigo suní, aseguró en la cadena de televisión Al Yazira que los guardas aparecieron gritando eslóganes antisuníes y que esto pudo haber provocado a la población local. Algunas fuentes aseguran que se produjeron disparos cerca del templo en la noche del martes, producto del encuentro entre la guardia suní con la de chiíes que acaba de llegar.
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