La UE se endurece
La Unión Europea parece decidida a frenar el flujo de inmigración ilegal endureciendo los controles de frontera, pero sobre todo exigiendo una mayor integración cultural y social de la población extranjera y dificultando con ello los permisos de residencia o las eventuales peticiones de nacionalidad. Esta tendencia se pudo observar en Alemania con la ley de inmigración que entró en vigor en 2005, pero también en el Reino Unido, donde parece ya cosa del pasado la hasta ahora tradicional política multicultural de las islas. El próximo primer ministro, Gordon Brown, quiere en ese sentido dar una vuelta de tuerca y reforzar la peculiaridad de lo británico. Pero, sin duda, es en Francia con la llegada de Nicolas Sarkozy a la presidencia lo que puede marcar un antes y un después en la política migratoria europea.
Sarkozy insiste en la necesidad de fomentar una "inmigración escogida frente a una inmigración padecida". A través del nuevo ministerio del ramo que prometió durante la campaña presidencial ya se ha anunciado la propuesta de endurecer las condiciones para el reagrupamiento familiar, así como la idea de exigir a los extranjeros el "conocimiento de la lengua y de los valores de la República".
La UE, entretanto, no ha atendido la petición de Malta de crear un mecanismo para el reparto entre todos los socios comunitarios de inmigrantes rescatados en alta mar. La propuesta era de muy difícil concreción más allá de la comprensión de países como España, fuertemente afectados por la inmigración ilegal. Mientras los Veintisiete no lleguen a un entendimiento, mejor sería que el gobierno de La Valeta imitara al de Madrid y negociara acuerdos de repatriación con aquellas naciones africanas de donde proceden esas pobres personas.
Es evidente que el comportamiento de la ex colonia británica en materia de inmigración es censurable. La negativa a socorrer hace dos semanas a una veintena de subsaharianos rescatados previamente por un remolcador español es merecedora de repulsa. La Valeta ya actuó en parecidas circunstancias hace un año. "Los países europeos se pelean mientras las personas se ahogan", afirmaba atinadamente días atrás el presidente de la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.