"La integración no significa que comamos chorizo"
Hace más de 30 años que Donato Ndongo (Niefang, Guinea Ecuatorial, 1950) descendió por primera vez a las galerías del metro en Madrid. Llegó a esta ciudad desde la entonces colonia para acabar sus estudios de bachillerato. Convertido en escritor en lengua castellana, este profesor de la Universidad de Misuri-Columbia ha trasladado de alguna forma aquella escena de su adolescencia al presente. Con ella arranca su nueva novela, El metro (El Cobre).
Los libros que hasta ahora ha publicado son lectura obligatoria en universidades y liceos de Gabón, Costa de Marfil o Madagascar y han sido traducidos al inglés y francés. Ndongo reclama el derecho de África a expresarse: "No se puede pretender construir África sin los africanos. Tenemos cosas que decir los que viven allí y los que vivimos aquí".
"A nuestra generación le ha tocado vivir el exilio como a otras les tocó la esclavitud"
Lambert Obama Ondo, el protagonista camerunés de esta historia, no puede evitar quedar sobrecogido cada vez que entra en el suburbano para disponer sobre una alfombra su mercancía ambulante. Piensa que quizá en las oscuras galerías se tope con las ánimas de sus antepasados. "Cuando una persona llega de una cultura diferente estas cosas impresionan. Podría pasar lo mismo en un ascensor, que al elevarte por encima de la tierra puede infundir pavor a quien no está acostumbrado", explica en conversación telefónica desde Murcia, donde este refugiado político pasa el verano. ¿Y qué puede provocar una sensación parecida en los occidentales que visitan África? Ndongo no lo duda: "La selva es lo que fascina de esta misma forma a quien no la conoce".
La proclamación de la independencia de Guinea Ecuatorial sorprendió a este escritor en España. "No pude regresar, y tras la elección democrática de Francisco Macías como presidente pronto se instauró una de las peores dictaduras de la historia", recuerda. En 1985 consiguió instalarse en su país, pero no sería por mucho tiempo. "Como millones de africanos, la vida me ha llevado sucesivamente a varios exilios. Hay exilios interiores del pueblo a la ciudad, de ruptura con las tradiciones, como el que vive el protagonista, y exilios exteriores más allá del mar. A nuestra generación nos ha tocado vivir el exilio como a otras les tocó la esclavitud o el colonialismo".
En 1994, Ndongo tuvo que escapar de la persecución política de Obiang. "Nuestras independencias no han traído ni libertad, ni desarrollo. En lugar de esto, nuestros países se han convertido en satrapías y dictaduras que se dedican al latrocinio de sus pueblos", denuncia. Cuenta este escritor que desde hace tres décadas vuelve una y otra vez sobre una misma pregunta en cada una de sus historias: "¿Cuáles son las causas que nos obligan a salir de nuestras tierras, donde están nuestros paisajes y almas?". Con El metro ha tomado cierta distancia respecto del personaje protagonista -"no soy camerunés, ni vine en una patera"- y ha sido gracias a los testimonios de muchos africanos inmigrantes como ha logrado reconstruir el viaje por el Estrecho. "El inmigrante se siente que ya no tiene control sobre sus movimientos o ilusiones. No tiene horizonte, vive el día a día y muchas veces la propia ley fuerza su caída en la ilegalidad".
Las soluciones que Ndongo plantea a medio y largo plazo para África pasan porque se modernicen algunas tradiciones y costumbres, por acabar con las dictaduras y porque los países occidentales cesen su neocolonialismo. Pero el autor de El metro también mira de frente el presente: "La integración no significa que comamos chorizo, sino que las sociedades que nos acogen sean suficientemente flexibles para comprender algunas de nuestras costumbres".
Babelia
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