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Tribuna:Elecciones 27M
Tribuna
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La 'rutina vasca' produce cambios

En Euskadi tenemos nuestra propia rutina vasca, en la que, elección tras elección, siempre nos encontramos con la prepotencia de unos, el hartazgo de otros y el aburrimiento de los demás. Hablamos de los temas cansinos de siempre, de los del País; una rutina en la que casi siempre sufrimos la violencia de la kale borroka y la amenaza del terrorismo de ETA, en la que siempre ganan los mismos, y en la que todo el mundo se queja del escaso diálogo, del partidismo y de la lógica de "al enemigo, ni agua".

Con este panorama, y sin estar en peligro la Patria Vasca u otros revulsivos conocidos, si utilizáramos la caracterización que se usa para describir los diferentes tipos de elecciones generales y autonómicas, el pronóstico era que iban a ser unas elecciones de continuidad, donde no eran previsibles grandes cambios. Sin embargo, el incremento de la abstención, la presentación de algunas candidaturas de ANV, la decisión de EA de concurrir en solitario y la alianza EB-Aralar, junto con la introducción en la campaña de algunos temas trascendentales, como la corrupción y las diferentes maneras de entender el final del terrorismo, así como la competencia PSOE-PP, han traído cambios importantes en el mapa político vasco a escala local.

Las elecciones han supuesto un nuevo fracaso táctico del nacionalismo. Y ya van tres en las últimas citas

El PNV ha sufrido un retroceso importante en Guipúzcoa y en Álava, y, aunque menos pronunciado, también en Vizcaya. En San Sebastián y Vitoria, así como en muchos de los municipios más importantes, el descenso ha sido muy fuerte, y necesita pactar en casi todos aquellos en los que ha alcanzado la victoria. Aunque los dos han perdido, creo que se puede decir que ha perdido más Egibar que Imaz. Con esta realidad, Iñigo Urkullu ha señalado que primará las alianzas con el tripartito, pero ¿dónde es posible esto? En la Diputación de Vizcaya, el Ayuntamiento de Bilbao y otros pocos ayuntamientos. Las tensiones internas, la desmovilización, la irrupción de ANV y la decisión de EA de concurrir en solitario han mermado gravemente la intención del PNV de seguir vertebrando la Euskadi foral y local, por lo que se le presenta un panorama muy complicado. No sería extraño que iniciara un nuevo giro autonomista, amortizando a los líderes proclives a aventuras en las que Batasuna no tiene rival. En este mismo plano, la búsqueda de la identidad perdida de EA en solitario no ha sido bien recibida por el electorado. La fórmula D'Hondt tiende a dar una sobre-representación a los partidos que más votos obtienen, y la coalición con el PNV multiplicaba su representación. Queda por ver si la tensión entre los diferentes sectores del partido y su escasa representación no es el inicio de un camino sin retorno, con el oasis de las dos consejerías del Gobierno vasco, mientras duren.

Aunque no es novedad, los resultados de ANV y el recuento de los votos nulos muestran una gran resistencia del mundo de Batasuna: son la primera fuerza política en algunos municipios importantes desde el punto de vista social y económico: Pasaia, Oiartzun, Hernani, Bergara, Mondragón, Elorrio... Para el mundo de Batasuna estos resultados son buenos, porque para ellos las elecciones municipales son las únicas que están dotadas de legitimidad suficiente para contruir su Euskal Herria desde la base local y, por qué no decirlo, como expresión de fuerza y fuente económica para sustentar su estrategia. Sin embargo, aunque ciertamente están recuperando algo de aliento en los últimos tiempos por la reducción de la actividad de ETA y los cantos de sirena de los procesos y declaraciones históricas, todavía les queda mucho trecho para alcanzar las cotas de la época de Lizarra. Con toda seguridad, este resultado no tendría tanta trascendencia si no fuera por su apoyo, justificación o silencio ante actividades despreciables, contrarias a la letra de los votos y al espíritu de la democracia.

Con este panorama, se puede considerar que las elecciones han supuesto un nuevo fracaso táctico del nacionalismo. Y ya van tres en las últimas celebradas. Estos fracasos no tienen tanto que ver con el descenso en el porcentaje de votos -que también-, como con la incapacidad del nacionalismo para alcanzar su objetivo de trasformar lentamente, a través de política, a la sociedad vasca en "pueblo vasco", de cambiar a Euskadi por Euskal Herria. Es necesario volver a repetirlo: la sociedad vasca es tercamente plural.

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Hace ya algunos años, uno de los jeltzales inventores de la deriva del PNV hacia Lizarra, en un artículo titulado El Nacionalismo del futuro, citaba como fundamento de su propuesta un proverbio ingushio, terrible cuando se aplica a la política: "Aquel que piensa en las consecuencias no puede ser valeroso". La falta de responsabilidad y de evaluación de las consecuencias en la política produce prepotencia, a veces fanatismo, y, lo que también es muy malo, al final puedes acabar perdiendo las elecciones. Entre otras razones, porque puede haber otros que están pensando todo el día en las causas, juegan en tu mismo terreno político y no les importa dar patadas.

El Partido Socialista es el partido que más ha avanzado respecto a las anteriores elecciones municipales en los tres territorios históricos, especialmente en Guipúzcoa, pero también en Álava y Vizcaya, aunque tiene un difícil papel en Navarra. Sin embargo, estas elecciones han demostrado que la percepción que se tiene de las actuaciones del PSOE, tanto en el tema del terrorismo como del desarrollo autonómico, son muy distintas en el ámbito español en su conjunto y en el País Vasco. Aunque se ha señalado que el PSOE no pactará con ANV ni con el PP, las actuaciones personalistas del líder supremo del PSOE pueden acabar chocando con los intereses del partido, si es que existe. Si recordamos lo señalado por Imaz, es probable que se busquen acuerdos ad hoc con los límites señalados por ambos líderes.

El PP ha retrocedido en sus porcentajes, pero mantiene una base electoral importante, que, ante la imposibilidad de lograr acuerdos con nadie, parece ajena a la dinámica institucional del País Vasco y toma como referencia la escala española, convencida de que la hora de la victoria en las elecciones generales está cerca. Resiste en Bilbao y empata con el PNV en Getxo, aunque sufre un retroceso importante en Álava y pierde la alcaldía de Vitoria. La aventura de la soledad autoimpuesta tiene sus costes.

Si el triunfo del PP en cuanto al número de votos en España es un indicador de sus posibilidades de volver a La Moncloa, entonces puede encontrase en situación de condicionar las políticas del Gobierno de Madrid respecto a Euskadi. Por lo tanto, quedan algunos interrogantes en el aire: ¿Los resultados en estas elecciones van a traer cambios en la política antiterrorista del Gobierno de España?, ¿y respecto al mundo de Batasuna? ¿Cambiarán algunas políticas de alianzas?, ¿remodelarán su táctica en el ámbito del desarrollo autonómico?, ¿aceptará el PSE pactar con el PNV sólo en los municipios y diputaciones donde éste no pueda acceder al gobierno con los votos del tripartito? ¿Que harán en Navarra y en Pamplona?

Los caminos de la política no son inescrutables como los del Señor, porque la aritmética electoral no engaña, aunque a veces haya que perder un poco para poder ganar mucho y, al contrario, en ocasiones sea mejor no ganar un poco, porque se puede perder mucho. Es una cuestión de escalas, de imaginación y de convicciones, pero también, y sobre todo, de responsabilidad.

Jose Manuel Mata es profesor de Ciencia Política de la UPV-EHU

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