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Juicio por el mayor atentado en España | 11-M
Columna
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¡Es la dinamita, estúpidos!

Mientras los medios de la conspiración ejecutaban a Ana, la jefa del laboratorio químico de los Tedax, prácticamente desde ayer al amanecer, el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, ordenó levantar la carpa del circo de los explosivos a las ocho y diez de la noche. Antes consiguió al menos dos cosas de interés para su relato de hechos probados: el consenso de los ocho peritos en que no se ha producido contaminación humana (vaya, que nadie plantó componentes con fines inconfesables) y que en el lavado de las muestras no pudo producirse una disolución selectiva de componentes. Vamos, que no hay genio que pudiera arreglárselas para dejar unas y borrar otras huellas. O se hubiera borrado todo (nitroglicol, nitroglicerina, dinitrotolueno, entre otros) o todos los componentes hubiesen quedado impregnados en las muestras.

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Sí, ha sido un circo. ¿Por qué? El tribunal ha querido dar una apariencia de imparcialidad impoluta y respeto del ejercicio de la defensa. Y lo ha conseguido. Pero eso no quiere decir que no haya sido un espectáculo circense. En lugar de subirse a trapecios, los magistrados han sido introducidos en tubos de laboratorio, y dentro de ellos fueron llevados y traídos cual carriles de una montaña rusa.

Cuatro peritos nombrados por el tribunal representan a instituciones del Estado (Policía y Guardia Civil) y otros cuatro a partes personadas. Tres de esos peritos fueron contratados por acusaciones impostoras que dicen actuar en nombre de víctimas y el cuarto por la defensa de dos acusados. Son peritos del tribunal, sí; pero, ¿quién les paga? Según la práctica de los tribunales, ha de pagarles la parte que les ha propuesto. Otras acusaciones de víctimas aseguran no contar con fondos propios para contratar a un perito cuando les hubiera gustado hacerlo. Aún en el caso de que el tribunal autorice el gasto, basta ver cómo han introducido algunos de esos peritos la posibilidad de que estallase Titadyn para saber a quién sirven.

Y, ¿si estos tres peritos de parte (el cuarto representa a la defensa de dos acusados, por tanto está claro que su misión es esa, defender a quien le ha contratado) fueran sometidos a un examen de laboratorio de profundidad parecida al que presumen era necesario realizar con los explosivos del 11-M? En otros términos: el peritaje no es una actividad prístina. Estos peritos, ¡que han confesado no tener experiencia directa en análisis y examen de explosivos!, tienen una historia, unos amigos, piensan, tienen sus medios de comunicación preferidos y, también, votan. ¿Puede alguien asegurar que siendo contratados por unas partes interesadas especialmente en que la presencia de ETA-Titadyn quede aunque más no sea como una nota a pie de página en este juicio fueran a exponer un punto de vista científico puro?

El circo sobre los explosivos no puede dejar de sufrir la contaminación política y social. Eso. Nunca mejor dicho. Posiblemente, como el explosivo usado por la banda de Jamal Ahmidan, El Chino, y Serhane El Tunecino.

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Ana, la señorita Pepis de los trituradores y carniceros que hacen papilla de ella desde el amanecer tenía razón a las dos de la tarde del 11-M. "¡Es la dinamita, estúpidos!", que diría el candidato Bill Clinton en la campaña presidencial norteamericana de 1992.

El juez Gómez Bermúdez y la fiscal Olga Sánchez.
El juez Gómez Bermúdez y la fiscal Olga Sánchez.SCIAMMARELLA

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