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El conflicto de Irak

Los chiíes iraquíes, entre la insurgencia y la colaboración

Las milicias de Múqtada y la Brigada Báder pugnan por el apoyo de Teherán

Ángeles Espinosa

El partido de Mohamed al Hakim parece querer tomar distancias con Irán, pero su líder se está tratando un tumor de pulmón en ese país. Múqtada al Sáder reaparece en Kufa con un "proyecto de reconciliación y reforma", tras varios meses supuestamente refugiado en Irán. Los dos principales partidos chiíes de Irak dan la impresión de estar tomando posiciones ante la previsible caída del actual Gobierno y sus diferencias van a colocarles en extremos opuestos del tablero político, con el agravante de que ambos se apoyan en importantes milicias. Llegado ese momento, Teherán tendrá que tomar partido.

Además de 1.458 kilómetros de frontera, Irán comparte con Irak la afiliación de la mayoría de sus habitantes al rito chií del islam, lo que crea una afinidad que supera lo religioso. De ahí el peso que el derribo de Sadam Husein ha dado a la República Islámica en el país vecino, y lo genuino de su apoyo a un sistema democrático que, por pura lógica numérica, beneficia a sus correligionarios. Sin embargo, el chiísmo iraquí no es ni monolítico ni sumiso a Teherán, por lo que le resultará difícil controlar a sus milicias, como exige EE UU.

Los chiíes de Irak constituyen entre el 55% y el 65% de la población del país
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Paradójicamente, el principal aliado chií de Washington en Irak, el grupo de Al Hakim, se formó en Irán durante los años ochenta, con ayuda de los Pasdarán (Guardianes de la Revolución). Ahora acaba de eliminar la palabra "revolución" de su nombre quedándose en Consejo Islámico Supremo de Irak (CISI), y ha proclamado su lealtad al gran ayatolá Ali Sistaní, lo que se ha interpretado como un intento de reforzar su identidad iraquí y marcar distancias con su mentor. Según la publicación especializada Terrorism Monitor, cuenta con la que posiblemente es la mayor milicia de Oriente Próximo, la Brigada Báder.

A pesar de que las elecciones de 2005 lo confirmaron como la formación política chií con mayor respaldo, el CISI tiene un importante competidor en la Yamaat al Sáder al Zani (Asamblea de Al Sáder Segundo), más conocida como corriente sadrista o Ejército del Mahdi (el nombre de su milicia). Liderado por Múqtada al Sáder, el único movimiento de masas surgido tras el fin de la dictadura ha enarbolado la bandera del rechazo a la oposición, una causa popular.

Esa oposición a la presencia de las tropas extranjeras ha hecho que desde el principio Estados Unidos tratara de silenciar su voz, logrando precisamente el resultado contrario. También hace que desde fuera se vea al grupo de Múqtada como un aliado natural de Irán, pero aunque la mayoría de los observadores conceden que Teherán mantiene canales abiertos con todos los grupos, el nacionalismo exacerbado de los sadristas convierte a su líder en un electrón libre, poco dispuesto a plegarse a las exigencias del país vecino.

Los chiíes de Irak constituyen entre el 55% y el 65% de sus 25 millones de habitantes, si bien no hay un censo fiable. Aunque espiritualmente, todos miran a la ciudad santa de Nayaf y al gran ayatolá Sistaní, políticamente están divididos. "El fracaso del proceso constitucional y las tensiones sobre asuntos clave como el federalismo y la distribución del petróleo, están preparando el camino para un importante conflicto interchií", asegura Babak Rahimi, analista de Terrorism Monitor.

Un niño iraquí busca refugio tras un soldado de EE UU después de estallar un coche bomba ayer en Bagdad.
Un niño iraquí busca refugio tras un soldado de EE UU después de estallar un coche bomba ayer en Bagdad.AP

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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