Todos, menos tres, votan a Adolfo

En La Acebeda no hay encuesta que valga. "¿Quién cree usted que va a ganar las elecciones hoy?". Respuesta unánime: "Adolfo, claro". La clave del resultado electoral en este municipio de la sierra de Madrid, con 60 vecinos y 53 votantes, podría estar en su campaña casa por casa. "Yo me voy a las huertas con los vecinos y les cuento mis ideas", asegura Adolfo Hernán, el alcalde del PP más votado en la Comunidad en 2003 con el 97,2% de los votos y candidato a la reelección por el PP tras ocho años en el puesto.

Puede ser que los vecinos hayan valorado el nuevo empedrado de las calles y las obras en la casa de la cultura. O que estén cautivados por la propuesta estrella del alcalde, una envasadora de agua mineral que supondría 20 puestos de trabajo, 20 jóvenes en un pueblo con una media de edad de 62 años. La respuesta parece mucho más sencilla: a los otros candidatos -Miguel Ángel González, por el PSOE, y Cipriano Jiménez, por IU- no los conoce nadie.

"No, no son de por aquí", asegura sentado en un banco Felipe Espinosa, de 63 años. A su lado, Pedro Sanz, de 66, tampoco los ha visto nunca. "Pues no me suenan, no", dice, apoyado en su cayado. Pedro ha votado por la mañana, y Felipe, a la hora de comer. En la sobremesa toca tertulia. "Los políticos andan un poco perdidos. Sólo dicen tonterías por televisión", asegura Felipe, que lleva la voz cantante. "Sí, eso está mal", añade Pedro, parco en palabras. "Y no hablan de que si un joven quiere comprar una casa donde Cristo perdió el chaleco, le vale una millonada", sigue Felipe. "Eso no está bien", cierra Pedro.

El sobrino de Felipe, Juanjo Espinosa, de 22 años, está aún de jornada de reflexión. "No sé si voy a votar", asegura. No será porque le pilla lejos, desde luego. Tiene la urna a menos de un metro. A Juanjo, que asegura ser el único joven de su edad en el pueblo, le ha tocado ser vocal en la mesa electoral. "¿Te interesa la política?". Juanjo, un poco tímido, dice un "no" muy bajito. Le interese o no, es la segunda vez que le toca hacerlo.

Pero hay casos aún peores. Javier Álvarez repite como vocal por séptima vez. "Somos tan pocos que, claro, no queda otra", admite con resignación. Él tampoco ha votado aún. Pero controla perfectamente el abstencionismo, con nombres y apellidos. "Falta una señora con 100 años que vive en una residencia, ésa seguro que no viene. Tampoco ha venido el matrimonio ese de..., el camarero...". A las tres y veinte de la tarde, La Acebeda tiene un índice de participación que ya querrían haber logrado los grandes partidos en el resto de la región: el 72% del censo, 38 personas, había votado.

"Casi todos han venido por la mañana, ya sabes, aprovechan antes de misa", explica María del Prado Fernández, presidenta de la mesa electoral. "Aquí la gente madruga, a las nueve menos cinco ya había una cola de tres personas", comenta con una sonrisa. "Pero hemos esperado hasta las nueve en punto, que no queremos líos con el interventor".

Lo que piden los vecinos de La Acebeda, el segundo municipio con menos habitantes de la región, no está en ningún programa electoral. "Aquí falta es gente, pero no de fin de semana, sino de continuo", explica Isabel Espinosa, que regenta uno de los dos bares del pueblo.

Al alcalde se le iluminan los ojos cuando recuerda que en La Acebeda había, hace 60 años, "más de 400 vecinos". De los 53 con derecho a voto en las elecciones de ayer, 44 le dieron su apoyo, uno votó al PSOE, otro a IU y uno en blanco. En 1999, sus primeras elecciones, ganó con el 100%. "Esto debe ser el desgaste del poder, digo yo", concluye Hernán.