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Feria de San Isidro

Diego Ventura: "Lo he pasado mal en la vida y ahora hay que resarcirse"

Diego Ventura ha hecho pleno en San Isidro: dos puertas grandes de dos actuaciones. En el toro que le ha brindado la posibilidad de lograrlo se ha comido al público con su espectacular monta y sus arriesgadísimos pares. Comentan entendidos que el luso se encuentra en un momento en que le puede hablar de tú a tú a cualquiera, y ya se sabe quién es "cualquiera" en el mundo del rejoneo. La euforia de un rejoneador tras saber que va abrir al puerta grande se traduce así en palabras: "Yo quiero ser un grande en esto. Mi padre -el también rejoneador João Ventura- y yo lo hemos pasado mal en la vida y ahora hay que resarcirse". En su primero, Ventura mostró también una gran espectacularidad con la que enardeció al público. Pero su nivel de autoexigencia continuó presente en sus palabras, sin contentarse más de la cuenta: "Creo que he hecho cosas buenas y otras que no me han gustado". Manifestaba también su contento por la buena acogida del público: "Cuando empecé no reparaban tanto en mí porque sería nuevo, pero ahora noto que la gente está conmigo".

Disfrute sin premio

El caballero que abrió plaza ayer, Fermín Bohórquez, hizo cosas meritorias con sus cabalgaduras a su primer toro, llenas de temple y, a veces, de contención. Su labor no tuvo premio convencional, pero el público disfrutó mucho con su actuación: "La faena ha sido bonita. El toro estaba aquerenciado, pero ha embestido con nobleza". Los entendidos dicen que la lidia de Bohórquez a su segundo no ha sido ni espectacular ni vistosa, pero que ha tenido detalles técnicos de mucho mérito. Él no ha quedado contento del juego del toro de su casa, pero eso suele pasar en las mejores familias: "No me ha ayudado nada. Ha sido muy deslucido. Tenía algo raro en la vista". Su fallo al poner las banderillas a dos manos lo achaca también a esta condición del astado: era burriciego y se ha echado para afuera cuando le iba a clavar".

La lidia de Cartagena a su primero también agradó al público, con el añadido de que ejecutó en banderillas la vibrante suerte del violín y mató sin necesidad de tener que descabalgar. El público le echa la bronca al presidente por no conceder la oreja, pero Andy no se queja de ello: "Yo me he quedado muy contento aunque no me hayan dado la oreja. No pasa nada; me he sentido muy torero y he estado muy a gusto toreando". Tras la insistente petición de dos orejas, que el presidente finalmente no concedió, sus comentarios cambian ya el cariz y casi se muerde la mano para no decir lo que tenía que decir, aunque acaba diciéndolo: "Disgustado, no; al contrario. Yo me he quedado muy a gusto. Yo comprendo que se me exija más que a otros o yo que sé. El año pasado me pasó lo mismo con el mismo presidente. Cuando una persona está negada... Si me hubiera echado una mano habría salido por la puerta grande".

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