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Reportaje:

El tiempo de la arquitectura

El arquitecto portugués Eduardo Souto Moura otorga el Premio Década a la cobertura de la Ronda del Mig de Barcelona

El arquitecto portugués Eduardo Souto Moura (Oporto, 1952) concedió ayer el Premio Década, instituido por la Fundación Óscar Tusquets, al cubrimiento de la Ronda del Mig, realizado por Jordi Henrich y Olga Tarrasó. El Premio Década, en el que colaboran el Colegio de Arquitectos de Cataluña y la Fundación Mies van der Rohe, tiene un formato peculiar. Cada año invita a un profesional de prestigio -Robert Venturi, César Pelli y Glenn Murcutt, entre los de las siete convocatorias anteriores- para que evalúe un edificio o una intervención urbanística realizada en Barcelona 10 años atrás, en este caso en 1997. Con ello se pretende distinguir la calidad de una obra atendiendo también a su capacidad de envejecer. Es decir, introduciendo el factor tiempo, algo que Souto Moura tiene muy presente en su obra.

"Para mí la arquitectura es la vida materializada en la piedra"
La Fundación Óscar Tusquets instituyó el galardón para evaluar cómo envejecen las obras

"El tiempo implica la vida como condición necesaria. Para entender la vida, para aprender, se necesita tiempo. Dice el poeta Herberto Elder que el tiempo es la metáfora del espacio. Así es en arquitectura, donde dos y dos nunca suman cuatro. El tiempo produce usos no previstos porque no se puede predecir la vida".

Barbudo, tripón, fumador compulsivo, Souto Moura suelta reflexiones como ésta mientras inspecciona en la mañana del jueves siete obras preseleccionadas, todas ellas de 1997. El periplo empieza justamente por la obra ganadora, la cobertura de la Ronda del Mig entre la Travessera de les Corts y la avenida de Madrid. Una obra compleja: por debajo, una vía rápida -limitada ahora a 50 kilómetros por hora-, encajada dentro de un túnel de cuatro kilómetros; encima, un aparcamiento público para los vecinos, y cubriendo el exterior, un parque ajardinado con hermosas acacias y bloques de acero corten que son como esculturas. A Souto Moura le interesa mucho esta obra tres en uno. "Es dificilísimo, me encontré con problemas similares en Maia

[Portugal, donde realizó entre 1997 y 2001 unos bloques de viviendas]. Está muy bien resuelto".

Souto toma apuntes, escritos y esbozados al tiempo. Su trazo, impreciso y a la vez enérgico, recuerda al de Álvaro Siza, con el que colaboró entre 1974 y 1979 y con el que sigue firmando proyectos, "pero a estas alturas sólo los que nos vienen a gusto a los dos". Ahora urbanizan en Nápoles la terminal de viajeros del puerto, junto a la que construyen una estación de metro. Una de las intervenciones más destacadas de Souto Moura ha sido la construcción del metro de Oporto, entre 1997 y 2004. Pero su obra estrella, al menos la más citada, es el estadio de fútbol de Braga, realizado con ocasión de la Copa de Europa de 2004.

La excursión urbana prosigue por el bloque de viviendas de la manzana Metalco en el paseo de la Zona Franca (de Jaume Bach y Gabril Mora), la reforma de la Casa de l'Ardiaca (Lluís Domènech, Roser Amado), la ampliación de la Biblioteca de Catalunya (Joan Rodón), el Teatre Nacional de Catalunya (Ricardo Bofill), el Colegio Oficial de Ingenieros de Caminos (Urgell, Laviña, Godia, de la Villa, Obiol) y la biblioteca de la Universidad Politécnica de Cataluña (Artigues, Sanabria). Todas estas obra formarán parte de una próxima exposición. Por el camino nos topamos con alguna obra en curso, como la Ciudad Judicial de David Chipperfield, que a Souto no le desagrada, mientras que Óscar Tusquets abomina de ella ("una de las ventanas del enrejado es más ancha que las demás. ¡Tuvieron que ampliarla para que pasaran los bomberos!", ironiza, y en efecto es así).

Admirador de Mies van der Rohe, minimalista él también, Souto opina que el Movimiento Moderno de los años treinta a los cincuenta del siglo pasado ha tenido secuelas negativas. "Este movimiento liberó a la arquitectura de la gravedad, y eso permitió que se generara un gran pluralismo, pues se empezó a experimentar. Ahora bien, el peligro ha sido que muchos experimentos han quedado en meros pretextos. Yo experimento ahora, de joven tenía más certezas. Ahora estoy aprendiendo de verdad".

"El buen edificio es aquel en el que se vive bien", dicen que ha dicho. "La frase no es mía, pero la utilizo. Yo no entiendo la casa construida en la que no se va a vivir, como la de Le Corbusier en la Costa Azul. Para mí la arquitectura es la vida materializada en la piedra. Tampoco entiendo al arquitecto que no va a la obra, como Aldo Rossi. Los colores sólo pueden decidirse en la propia obra".

A Souto Moura le preocupa la globalización de estilos. "La identidad es sentirse alguien de algún lugar". En la obra de Nápoles, que explicó en una conferencia en el Colegio de Arquitectos al caer la tarde del jueves ante un nutrido público de estudiantes, ha conservado y utilizado funcionalmente unos muros romanos aparecidos a muy poca profundidad. "Estaban ahí, no veo por qué había que trasladarlos, aunque cualquier cosa de éstas te puede paralizar las obras por tiempo indefinido". Souto Moura acaba citando a Borges. "He aprendido más de los escritores y los pintores que de los arquitectos. Borges advertía de los peligros del overwritten, la sobreescritura, porque impide ver el esfuerzo del escritor, asfixia la obra. Él decía que escribía por intuición, pasado un tiempo corregía y tras otro reposo retomaba el texto para introducir errores. Es un buen programa para que el arquitecto evite el overdiseño".

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