El nuevo drogadicto

El reverso tenebroso de la pizpireta, cumplidora e hiperresponsable profesora de Diarios de calle (aún en cartelera, protagonizada por Hilary Swank). Así es el ambiguo, autodestructivo e inquietante educador drogodependiente al que pone no sólo rostro sino también alma el excelente Ryan Gosling de la estimable Half Nelson.

Debut en el largometraje del joven Ryan Fleck, la película se adentra una vez más en el universo profesoral de ambientes deprimidos, donde casi es más importante librarse de una bala perdida en un tiroteo de patio de colegio que aprender las virtudes de la teoría de la evolución de las especies. Sin embargo, la novedad radica en que esta vez el supuesto guía vital y ético de los chavales anda aún bastante más perdido que ellos. Quizá no en lo profesional, donde el día que no anda somnoliento por la aglomeración de crack en sus pulmones es capaz de ofrecer a sus alumnos unas clases de Historia para el recuerdo: "No quiero fechas ni nombres, quiero que sepáis los porqués". Pero sí en lo personal, donde el personaje es la viva imagen del nuevo drogadicto, nuestro amigo y vecino de ojos enrojecidos, pulso inestable y equilibrio emocional a salto de mata, social y familiarmente aceptado más por condescendencia que por desconocimiento de la verdadera situación.

Candidato al Oscar

Gosling, candidato sorpresa al premio al mejor actor en la última gala de los premios Oscar, eleva a su criatura en cada escena a través de una interpretación cargada de matices. Todo ello sin necesidad de girar demasiado la rosca para no caer en la sobreactuación.

Por su parte, Fleck otorga a su película un aspecto de corte impresionista formado por escuetas pinceladas: secuencias anormalmente cortas que acaban justo en el momento en el que parece que llega la frase o la acción más importante; donde la mayoría de realizadores pondría el énfasis, la música se elevaría y el personaje principal pronunciaría su sentencia para el recuerdo, Fleck ejecuta elegantes elipsis narrativas que otorgan al producto un aspecto un tanto desconcertante pero al mismo tiempo muy sombrío, palpitante a fuerza de silencios, a pesar de cierta morosidad en el ritmo.

En la línea del cine independiente de John Cassavetes (aunque con una fotografía mucho más luminosa), con sus leves balanceos de la cámara y en sus esporádicos desenfocados, y más cercana en espíritu a Los chicos del barrio (John Singleton, 1991) que a la redicha Diarios de la calle, Half Nelson viene avalada por multitud de premios en festivales internacionales de tamaño medio, caso de Sundance, Deuville, Locarno o Las Palmas.