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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La voluntad del pueblo

Los tribunales han impedido participar en las elecciones a Batasuna por una razón elemental. Es incompatible con el sistema democrático que ese partido forme parte de una estructura que se considera con derecho a amenazar, perseguir y atacar a los candidatos y representantes de los demás partidos. Para protestar por la prohibición, que consideran una vulneración de sus derechos democráticos, las jaurías de acoso de ese partido llevan varias semanas amenazando con "gravísimas consecuencias", persiguiendo y atacando a los candidatos y representantes del PNV, PP, PSOE, IU, EA y Aralar.

Empezaron interrumpiendo con pancartas y gritos un mitin del lehendakari (que esperó a que acabaran su protesta para proseguir). Viendo su desacato impune, han ido diversificando actuaciones y objetivos: grupos de acoso contra la candidata del PP a la alcaldía de San Sebastián, insultos contra el alcalde candidato de Bilbao, hostigamiento en Sestao contra el ministro de Justicia, insultos contra dirigentes del PNV, ataques contra sedes varias. Han quemado un autobús de propaganda electoral en Vitoria, amenazado con pintadas en sus domicilios a algunos candidatos a concejales, y difundido los teléfonos particulares de otros. Ayer irrumpieron en el pleno del Ayuntamiento donostiarra con pancartas que clamaban: "Pucherazo, no", y gritos que exigían: "Respetad la voluntad del pueblo".

Esas prácticas no van a desaparecer por el simple procedimiento de no darles importancia. La ausencia o pasividad policial en algunos de esos episodios carece de justificación; es cierto que la presencia de uniformes de la Ertzaintza excita a los acosadores, pero mucho más les excita y motiva la impunidad. Si no hay detenciones, aumentarán la dosis de la provocación, antes y después de las elecciones. Hay una estrategia evidente de deslegitimación de los comicios, y de reivindicación de su derecho a hacerlo por los medios que llevaron a su ilegalización (y a muchos vascos a irse de Euskadi).

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Cualquiera ve la contradicción entre la protesta por la falta de igualdad de oportunidades que denuncian y una práctica consistente en poner en inferioridad a sus contrincantes políticos mediante la amenaza y la coacción. Batasuna pudo haberse presentado: bastaba con que se hubiera desmarcado claramente de esas prácticas intimidatorias. Pero pretendió que fueran los demás, las instituciones y partidos democráticos, quienes se adaptaran a su empeño e hicieran la vista gorda. Como no ocurrió, ahora acusan a los que respetan la ley de no obedecer la voluntad del pueblo: o sea, su santísima gana.

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