De espía a hombre de negocios
Lugovói trabajó con Berezovski y dirige una firma de seguridad
Andréi Lugovói, acusado de envenenar al ex agente de los servicios secretos rusos Alexandr Litvinenko, siempre fue considerado por Scotland Yard como el principal sospechoso. Su situación era extremadamente cómoda para realizar una operación delicada como era asesinar a Litvinenko, considerado en Rusia un traidor al país y al Servicio Federal de Seguridad -heredero del tenebroso KGB-, algo que éste no suele perdonar.
Lugovói, que dirige una firma privada de seguridad, conocía desde hace muchos años tanto a Litvinenko como al protector de éste en Londres, el magnate opositor al Kremlin Borís Berezovski, actualmente exiliado en la capital británica y reclamado por la justicia rusa. La conexión de Lugovói con Berezovski data de la segunda mitad de los noventa. Lugovói era entonces jefe del departamento de seguridad de la Televisión Pública (ORT o Canal Uno), controlado por el multimillonario Berezovski, que se vio obligado a huir del país después de que Vladímir Putin llegara al Kremlin.
Lugovói, de 42 años, es también un antiguo agente de los servicios secretos. Se diplomó en la Escuela Militar del Sóviet Supremo de Rusia, establecimiento elitista de la ex Unión Soviética.
Compañeros espías
En 1987, fue enviado a servir en el Comité de Seguridad de la URSS, más conocido por su abreviatura: el KGB. Curiosamente, Dmitri Kovtun y Viacheslav Sokolenko, que estuvieron en Londres en otoño pasado antes de la muerte de Litvinenko, estudiaron en la misma escuela.
Lugovói fue acusado en 2001 de haber tratado de organizar la fuga de un socio de Berezovski, Nikolái Glushkov, que ocupaba el puesto de vicedirector de Aeroflot cuando esta compañía aérea era controlada por el magnate. Lugovói fue encontrado culpable, pero condenado sólo a un año y dos meses de prisión.
Más aún, después de eso se le permitió enriquecerse: es copropietario de una fábrica que produce bebidas típicas rusas y vino, además de tener otros negocios conjuntos con los citados viejos compañeros del KGB.
Su bonanza hace pensar que llegó a un pacto con los servicios secretos, que tenía las manos atadas y que no podía negarse a ser instrumento de éstos. Queda aún por dilucidar si Lugovói actuó sólo en la Operación Litvinenko o participaron también Kovtun y Sokolenko.
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