"No construiré nunca en los territorios palestinos ocupados"
"No construiré nunca por cuenta de Israel en los territorios palestinos ocupados". Eyal Weizman, nacido hace 35 años en Haifa, es tajante en sus planteamientos políticos. Aunque ha llegado a Barcelona con un libro bajo el brazo, Hollow Land -la historia de cuatro décadas de la ocupación israelí en Cisjordania y Gaza- ha venido para hablar de la Arquitectura del miedo, pero inevitablemente ha acabado haciéndolo sobre el pacifismo, el muro israelo-palestino y sobre todo del "compromiso".
"Yo no trabajo en los territorios palestinos; yo trabajo con las organizaciones humanitarias y de derechos humanos sobre los territorios palestinos", insiste Weizman en un intento por dejar las cosas claras. Recuerda por ejemplo que en 2003 fue autor del primer mapa de la ocupación israelí en Cisjordania y que dos años más tarde colaboró con el Ministerio de Planificación palestino sobre los proyectos a construir en los asentamientos evacuados de Gaza. Colaboró también con los juristas palestinos que demandaron a Israel en el Tribunal de La Haya por el muro.
"¿Cómo convertir la arquitectura colonial de opresión y ocupación, en una arquitectura de vida, una vez descolonizados los territorios? Éste es el reto", asegura Weizman. Este dilema arquitectónico planteado con los asentamientos evacuados de Gaza en el verano de 2005, volverá a repetirse con el tiempo en Cisjordania, porque en su opinión es claro que Israel deberá un día desalojar, "por la fuerza de las armas o de la diplomacia, los territorios que ocupa en Palestina".
Eyal Weizman es también tajante cuando habla del muro que los israelíes construyen con la excusa de defenderse de los terroristas palestinos. "Es un proyecto estúpido, idiota y tonto, que ni siquiera otorga seguridad, a pesar de que dicen que hay menos bombas. Es estúpido porque el muro sustituye a la política y además destruye y daña el paisaje. Se están haciendo horrores, sobre todo si se tiene en cuenta la fragilidad del paisaje israelí", opina Weizman. Para este arquitecto, no hay resquicios para la duda o las elucubraciones semánticas como la promovida por el Gobierno para infravalorar la obra. "¿Muro o verja? Pero si la verja es mucho más perjudicial y peor que el muro. Desde el otro lado de la verja se puede vigilar y se puede disparar contra los palestinos. Conceptualmente, esto es un muro".
Weizman no sólo está preocupado por los debates puntuales del momento político de Israel y Palestina, lo está también por la posición ética de los arquitectos. "Hay dos niveles de complicidad con el Gobierno. El primero es el que recibe un encargo y construye en los territorios ocupados, transformando el discurso referido a la seguridad de los militares, en proyectos arquitectónicos. El segundo es el más importante; es el que diseña y planifica. Es el que dibuja esta línea que separa y divide barrios palestinos, y que convierte, por ejemplo, Jerusalén en un campo de batalla en el que en lugar de tanques hay casas. En el que las líneas cortan, envuelven, como si fuera un ejército, mientras los palestinos resisten. Eso también pasa con los asentamientos. Es cierto. Hay además una tercera complicidad; la del silencio".
Babelia
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