Blair se despide de Irak apoyando la guerra
Los atacantes de una aldea asesinan a 15 hombres kurdos delante de sus familias
Tony Blair viajó ayer a Irak en lo que parece su última visita como primer ministro británico. Empeñado en defender una guerra que ha emponzoñado su carrera política, Blair declaró que en Irak "hay signos de cambio y de progreso", pero se vio obligado a restar importancia a los tres cohetes Katyusha que hicieron explosión y mataron a un guardia a menos de un kilómetro de donde se reunía con los líderes iraquíes. Mientras, la violencia que desangra el país se cobró una veintena de vidas, víctimas de bombas, ataques suicidas y ejecuciones sumarias.
"Desgraciadamente la situación de la seguridad sigue siendo muy difícil, pero por otro lado hay signos reales de cambio y progreso", dijo Blair tras entrevistarse con los dirigentes iraquíes. Blair, que dejará su cargo el 27 de junio, viajó después a la sureña ciudad de Basora para reunirse con las tropas británicas, que en abril perdieron a 12 hombres. En Basora están estacionados casi la totalidad de los 5.500 militares británicos destacados en Irak.
La violencia interétnica, sin embargo, se hace cada día más salvaje en Irak. A primera hora de la mañana de ayer, cerca de medio centenar de hombres, uniformados con ropas del Ejército iraquí, penetraron con tres vehículos en la aldea de Hamid Shifi, en la provincia de Diyala, unos 100 kilómetros al oeste de Bagdad. Los desconocidos, supuestos miembros de Al Qaeda, forzaron a las familias a abandonar sus hogares, según el general iraquí Nazim Sherif. A continuación, separaron a las mujeres y a los niños y, tras reunir a los 15 hombres de la aldea en una fila, procedieron a asesinarlos. El Ejército iraquí y el partido de la Unión Patriótica del Kurdistán confirmaron que los 15 acribillados a balazos eran de etnia kurda. Según las familias, ninguno había recibido amenazas previas.
Feudo de la resistencia
La provincia de Diyala se ha convertido en los últimos meses en el principal feudo de la resistencia iraquí, especialmente de la organización radical Estado Islámico de Irak, una coalición de ocho grupúsculos armados integrados en la red terrorista Al Qaeda.
También en esa provincia murieron el viernes en "operaciones de combate" dos soldados estadounidenses. A éstos se unen los dos militares norteamericanos muertos ayer en la provincia de Al Anbar, cuando su patrulla resultó atacada, primero por una bomba y después por armas ligeras, según informó el Ejército norteamericano. Un tercero perdió la vida en Bagdad, al ser alcanzado de lleno por la explosión de un artefacto. Con estas bajas ya son 10 los soldados norteamericanos muertos y 14 heridos en las últimas 72 horas.
Pero el diario The New York Times se refería ayer a las "víctimas ocultas" de la guerra de Irak, al contabilizar al menos 146 contratistas muertos en los tres primeros meses del año, la mayor cifra desde el inicio del conflicto en marzo de 2003. Los datos, publicados por el Departamento de Trabajo, revelan que a medida que avanza el nuevo plan de seguridad en Bagdad, tanto soldados como contratistas se ven sometidos a un mayor peligro. "Los insurgentes van detrás de los blancos más fáciles, y éstos son los contratistas", dijo al rotativo el ex subsecretario de Defensa para recursos humanos, Lawrence J. Korb. El número de contratistas fallecidos en lo que va de año se acerca al número de víctimas militares estadounidenses: 244.
La violencia persiste en la capital, pese al estricto plan de seguridad para Bagdad vigente desde mediados de febrero pasado y en el que intervienen alrededor de 90.000 soldados estadounidenses e iraquíes. Ayer mismo, un policía iraquí perdió la vida y otro resultó herido por el estallido de un coche bomba conducido por un suicida.
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