_
_
_
_
Elecciones 27M

El ministro de Justicia, acosado por radicales tras un mitin en Sestao

La Ertzaintza tardó en intervenir y los escoltas salvaron la situación

El ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, vio ayer muy de cerca a los jóvenes radicales abertzales. Tras un mitin en la principal plaza de Sestao (Vizcaya) y cuando Bermejo, junto a la plana mayor del PSE, se dirigía a la Casa del Pueblo por una calle peatonal, una decena de radicales comenzaron a insultarles y a desplegar carteles denunciando el "pucherazo" electoral. Los escoltas del ministro y de los líderes socialistas salvaron la situación. La Ertzaintza llegó tarde e identificó a varios radicales sin arrestar a nadie.

El amplio dispositivo desplegado por la Ertzaintza ante la anunciada protesta de la ilegalizada Batasuna en el mitin de Sestao funcionó hasta que finalizó el acto socialista. Durante la intervención de los dirigentes del PSE, los radicales siguieron su guión: declaraciones de Jone Goirizelaia ante los periodistas denunciando la exclusión electoral junto a una veintena de radicales protestando contra el "pucherazo electoral". Este grupo, situado a más de 100 metros de la plaza donde se realizó el mitin, en ningún momento se movió del sitio donde realizó su protesta y ni siquiera cortó el tráfico.

Al término de la intervención de Fernández Bermejo -que hizo un discurso contra la "manipulación, la mentira y el ruido" del PP y no habló en ningún momento de los ilegalizados- el ministro se dirigió por una calle peatonal hasta la Casa del Pueblo. Iba acompañado, entre otros, del líder del PSE, Patxi López; del delegado del Gobierno en el País Vasco, Paulino Luesma; del candidato a la Diputación de Vizcaya, José Antonio Pastor, y de otros dirigentes y candidatos socialistas. El dispositivo policial, que incluía una veintena de agentes uniformados, no acompañó a la comitiva hasta la sede socialista, distante unos 300 metros de la plaza donde tuvo lugar el acto electoral. En esos momentos, se pudo ver incluso a una persona avisando por un teléfono móvil a los radicales que segundos después sacaron sus pancartas, increparon e insultaron al ministro y a los dirigentes socialistas.

Al enfilar la calle en la que se encuentra la Casa del Pueblo, una decena de radicales desplegaron sus pancartas a menos de un soplo de la nuca del ministro. La guardia pretoriana de escoltas que llevaba Bermejo y los socialistas se apretujaron, al tiempo que intentaban sacudirse de encima a los jóvenes, que no pararon de insultarles, llamarles "fascistas" y denunciar el "pucherazo" electoral por la anulación de todas las listas de Batasuna y de la mitad de las presentadas por Acción Nacionalista Vasca (ANV). Los escoltas cumplieron su trabajo como pudieron: unos recibieron patadas, pero otros hicieron volar a alguno de los radicales por encima de las mesas de las terrazas exteriores de los bares que jalonaban la calle peatonal. Los radicales llevaron su protesta y su intimidación hasta la misma puerta de la Casa del Pueblo. Sólo en su interior pudo respirar el ministro, quien pese a todo aguantó el mal trago con buen porte y mejor cara. En una de las farolas adyacentes colgaba un cartel de la campaña municipal del PSE: "Aquí hace falta un policía".

Fueron varios minutos de tensión y desconcierto. Cuando el ministro, su esposa y los demás socialistas ya se habían refugiado en el bar, llegaron los efectivos de la policía vasca. Hasta 15 ertzainas -Interior no incorporó al dispositivo policial ninguna furgoneta del cuerpo de élite de los antidisturbios, los beltzas- se desplazaron hasta la calle donde se había producido el acoso al ministro. Los incidentes eran ya historia.

Fue entonces cuando sacaron las porras a pasear, identificaron a un par de jóvenes -retenidos durante unos minutos-, aunque no efectuaron ninguna detención. Minutos después, y tras dejar libres a los identificados, los radicales se disolvieron como un azucarillo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tras tomar un pote en la Casa del Pueblo, el ministro pudo cumplir con la visita preparada para él por el candidato del PSE en Sestao, José Luis Marcos Merino. Visitó primero el centro gallego, luego escuchó un pasodoble en la plaza. Y siguió, todo a pie, hasta el centro riojano y la casa de Andalucía. Eran las tres de la tarde. Había habido tiempo para picotear empanadillas, pulpo y regarlo todo con algo de ribeiro para disolver el mal trago.

Simpatizantes de la izquierda <i>abertzale</i> increpan al ministro de Justicia ayer en Sestao.
Simpatizantes de la izquierda abertzale increpan al ministro de Justicia ayer en Sestao.PRADIP J. PHANSE

Teléfonos en los carteles

Poco antes de los incidentes de Sestao, representantes de ANV aseguraban en una rueda de prensa en San Sebastián que su partido estaba sometido a un "Guantánamo electoral". Más allá de esa declaración política, la madrugada había arrojado nuevos incidentes y presiones mafiosas. Las más graves en la localidad guipuzcoana de Andoain, donde desconocidos han colocado carteles en sus calles en los que figuran los nombres, apellidos y teléfonos particulares de nueve candidatos del PSE, PP y EB, según denunció el alcalde de este municipio, el socialista José Antonio Pérez Gabarain.

Los carteles no llevan ninguna firma y tras el lema en euskera no nos callaréis , figuran los datos personales de los candidatos. "Estos son los teléfonos de algunos sinvergüenzas que pisan los derechos de este pueblo o se aprobechan (sic) de ellos. Llámales y demuéstrales tu enfado", se podía leer en euskera y castellano. La víspera, además, un autobús del PNV quedó parcialmente quemado en Vitoria.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_