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Relevo presidencial en Francia

Sarkozy inaugura la nueva Francia

La toma de posesión del presidente se llena de símbolos sobre su voluntad de cambio

El nuevo presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, de 52 años, escenificó ayer en su toma de posesión el compromiso de responder a la "voluntad de cambio" de la sociedad francesa. "El pueblo me ha confiado un mandato; yo lo realizaré", dijo. Pero más que las palabras, fueron las imágenes, las referencias, los símbolos que dibujaron con precisión que Francia entra con Sarkozy en una nueva época. Su presidencia -la primera que realmente se atiene a las reglas del quinquenato- será ejecutiva, portadora de exigencias, para nada arbitral como la de su predecesor Jacques Chirac. Su prioridad es la de recuperar el retraso acumulado en la última década y devolver la grandeur a Francia. Simbólicamente, Sarkozy avivó la llama de la tumba del Soldado Desconocido.

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El ambiente era distendido para lo formal de la ceremonia. En el decorado ancien regime del palacio del Elíseo, las imágenes de la extensa familia Sarkozy paseando con desenfado por los salones rococó, tenían un indudable aire kennediano. Mientras Chirac entregaba a su sucesor los códigos secretos de la fuerza nuclear francesa y le confiaba otros secretos que casi nunca trascienden -François Mitterrand le pidió que cuidara de los patos del jardín- las cámaras se centraban en Louis Sarkozy, de 10 años, curioseando en torno al collar de la Gran Cruz de la Legión de Honor. Al instante, el jefe del Estado mayor se acercaba para satisfacer la curiosidad del pequeño.

El conclave duró poco más de media hora. El nuevo presidente, el vigésimo tercero que ha conocido Francia y el sexto de la V República, acompañó a su predecesor hasta el coche oficial que esperaba en el patio principal. Se dieron la mano varias veces. Sarkozy incluso le cogió tibiamente el antebrazo. Chirac abandonaba su residencia de los últimos 12 años para dirigirse hacia el apartamento del Quai Voltaire que le ha prestado la familia del asesinado primer ministro libanés Rafik Hariri. Por la ventanilla sacaba la mano mientras el coche salía por la puerta.

Sarkozy se dirigió entonces por primera vez a sus compatriotas como presidente y les dijo que sentía que habían depositado en él una exigencia tan fuerte que no tenía "derecho a decepcionar". La exigencia de respetar la palabra dada y cumplir los compromisos; la exigencia "moral", porque nunca la crisis de los principios ha sido tan profunda; la de rehabilitar los "valores del trabajo, esfuerzo, mérito, respeto"; los de tolerancia y apertura, "porque nunca la intolerancia y el sectarismo han sido tan destructores; y promocionar los del cambio, "porque nunca el inmovilismo ha sido tan peligroso para Francia en un mundo en plena mutación en el que cualquier retraso puede ser fatal".

También se refirió a la necesidad de "seguridad y protección, porque nunca ha sido tan necesario combatir el miedo al futuro" y de "orden y autoridad, porque hemos cedido demasiado al desorden y a la violencia". Y fiel a su promesa de no decepcionar, citó la "exigencia de resultados, porque los franceses están hartos de que nada mejore en su vida cotidiana". Para todo ello, el nuevo jefe del Estado francés insistió en la necesidad de la ruptura, a la "exigencia de romper con los comportamientos del pasado, con el conformismo intelectual, porque los problemas a resolver nunca han sido tan inéditos". "El pueblo francés rechaza el conservadurismo, no quiere que decidan por el".

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Y muestra del carácter ejecutivo y político que desde el primer momento quiere imbuir a su presidencia, no olvidó mencionar sus maniobras de acercamiento a la izquierda para formar Gobierno. Tendió la mano a "todos" los que quieren servir al país, a tono con su voluntad de incluir a centristas y socialistas en el Gobierno que hoy confiará a François Fillon pero que, probablemente no quede formado hasta el viernes.

Coche descapotable

Tras almorzar por primera vez en familia en el Elíseo, el presidente salió del palacio en un coche descapotable, de pie, y así recorrió la avenida de los Campos Elíseos hasta el Arco de Triunfo donde, en lugar de depositar una corona de flores, reavivó simbólicamente la llama de la tumba del Soldado Desconocido. De bajada, rindió homenaje, primero, a Clemenceau, depositó un ramo de flores en su monumento y saludó a los descendientes del hombre que llevó a Francia a la victoria en la I Guerra Mundial. Cruzó la avenida. Al otro lado le esperaba el hijo del general Charles de Gaulle, junto a la estatua del fundador de la V República. El parecido sigue sorprendiendo. Fue entonces cuando rompió el protocolo. Sarkozy se lanzó hacia la gente que se amontonaba tras las vallas metálicas estrechando las manos que le tendían. Los gritos de "¡Sarko, Sarko!", o los más directos de "¡Nicolas, Nicolas!", le hacían mirar de un lado a otro.

El último acto, sin embargo, fue el más simbólico de todos, especialmente porque precedía su partida hacia Alemania para entrevistarse con la canciller Angela Merkel. Sarkozy se desplazó al bosque de Boulogne para rendir tributo a 35 jóvenes resistentes que fueron brutalmente ejecutados por la Gestapo una semana antes de la liberación de París en 1944. Los jóvenes franceses, dijo Sarkozy, deben entender que "para poner fin al ciclo eterno del resentimiento y de la venganza hizo falta construir Europa".

Durante el acto, en el que a Sarkozy se le humedecieron los ojos, una joven leyó la emocionante carta que Guy Moquet, el joven militante comunista de 17 años dirigió a sus padres antes de ser ejecutado por los nazis, el 22 de octubre de 1941. "Es esencial explicar a nuestros hijos lo que es un joven francés a través del sacrificio de algunos, la grandeza anónima de un hombre que se entrega a una causa más grande que él", dijo Sarkozy al tiempo que aseguraba que pedirá al nuevo Gobierno que establezca que la carta sea leída cada año en las escuelas al comienzo del curso.

Sarkozy despide a Jacques Chirac en el patio del palacio del Elíseo.
Sarkozy despide a Jacques Chirac en el patio del palacio del Elíseo.AP

PRIMER DISCURSO PRESIDENCIAL

- "Nunca el inmovilismo ha sido tan peligroso para Francia en un mundo

en plena mutación, en el que cualquier retraso puede ser fatal"

- "Seguridad y protección; porque nunca ha sido

tan necesario combatir el miedo al futuro"

- "Exigencia de resultados; porque los franceses están hartos

de que nada mejore en su vida cotidiana"

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