El enfrentamiento con la UE pasa por Varsovia
"No se puede permitir que las relaciones entre Rusia y la UE, tan importantes para el destino del continente europeo, se conviertan en rehenes de la posición de uno de los países de la UE o de las diferencias en las relaciones bilaterales entre Rusia y uno de los Estados de la UE". Con estas palabras, el portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, Mijaíl Kaminin, se refería ayer al bloqueo de Polonia al comienzo de las negociaciones para elaborar un nuevo Acuerdo de Asociación y Cooperación. El actual, que entró en vigor en 1997, vence en noviembre.
Oficialmente, Varsovia ha vetado el mandato de negociación como respuesta a las restricciones que Rusia ha impuesto a las importaciones de carne procedente de Polonia. Sin embargo, este tema hace ya mucho que superó su carácter sanitario y técnico para convertirse en un instrumento político. La carne polaca es hoy el símbolo de las dificultades por las que atraviesan las relaciones de Bruselas con Moscú tras la incorporación a la UE de países que fueron aliados de la URSS o parte de su territorio.
Es poco probable que el asunto de la carne se resuelva, pero si tal cosa ocurriera, hay otros problemas esperando su turno para bloquear la negociación de un nuevo tratado. Kaminin se refería ayer a una nueva condición de Polonia, país que exigiría también que la UE adopte una declaración de solidaridad de todos sus miembros sobre los suministros energéticos, según la agencia Interfax.
A Varsovia se le ha sumado también Lituania. El presidente de este país, Valdas Adamkus, amenazó el domingo con bloquear las conversaciones con Rusia, si no se resuelve el problema del suministro de crudo a la refinería de Mazeikiu Nafta, la única existente en el territorio de los tres Estados bálticos independizados de la URSS en 1991. El monopolio de los oleoductos rusos, Transneft, interrumpió el abastecimiento a Mazeikiu Nafta el año pasado, alegando reparaciones en el oleoducto Druzhba (Amistad).
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