_
_
_
_
Reportaje:Elecciones 27M

"¿De dónde va a salir el dinero?"

Óscar Mondragón, de 44 años, es el menor de tres hermanos y vive con su madre, Rosario Lilí, de 80. La mujer, quien enviudó cuando Óscar daba sus primeros pasos, llevaba tiempo arrastrando una osteoporosis "galopante" y una hidrocefalia que le provocaba problemas de marcha. "Estaba torpe, se caía muchas veces, pero hacía una vida autónoma", recuerda el hijo sentado en la cocina del hogar familiar, en Eibar. La situación dio un vuelco hace "siete años". Óscar llegó un día a casa y se encontró a su madre caída. Se había roto la cadera.

La intervención y la colocación de un implante resultó "fenomenal". Sin embargo, a la hora de iniciar la rehabilitación, a ella le pudo "el miedo". "Lo intentamos dos veces, en dos fases diferentes, pero no hubo manera", comenta su hijo. Así que, a partir de ese momento, la mujer se quedó en una silla de ruedas. "Se fue abandonando", perdió poco a poco movilidad y capacidad cognitiva, hasta el punto que hoy en día hay que hacerle "prácticamente todo", porque ya no es autónoma ni para comer.

Más información
Ciudadanos dependientes

Tras la fractura sufrida por su madre, él tuvo que "replantearse" la organización diaria. La señora que ya antes acompañaba a la mujer a pasear, empezó a ir a casa un par de horas por la mañana y tres por la tarde. El resto del tiempo, salvo algún rato que ella se quedaba sola, se ocupaba de todo Óscar.

Fueron pasando los meses. "Me estaba agobiando. Me daba cuenta de que no podía con toda la carga. Tenía claro que no la iba a llevar a una residencia, porque ella siempre ha dicho que le parecía muy triste, pero sabía que tenía que hacer algo. En casa del herrero, cuchillo de palo". Y es que Mondragón es psicólogo. Trabaja en un centro de día para enfermos mentales y en su consulta particular recomienda a más de una cuidadora [la mayoría son mujeres] que saque tiempo para cuidar de ella misma.

Así que el hombre, que lo mismo pone el pañal a su progenitora que la maquilla, optó finalmente por recurrir al programa foral de estancias temporales, que le permite confiar el cuidado de su madre a una residencia mientras él disfruta de un mes de vacaciones. Y los fines de semana lleva a su madre a un centro de día. Además, su situación personal ha cambiado. Desde hace tres años vive en casa su compañera sentimental, quien también colabora cuidando a la anciana.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

¿Y qué opina de la nueva ley de Dependencia? ¿Cree que le va a beneficiar en algo? Lo único que tiene claro es que le parece muy bien que se haya establecido el derecho de las personas dependientes a ser atendidas por el Estado. Por lo demás, le pueden "las dudas" sobre "cómo se va a articular todo eso". "Los servicios que incluye la nueva ley ya se están dando en Guipúzcoa. Otra cosa es que sean suficientes, porque para entrar en un centro de día o en una residencia hay lista de espera. Respecto a lo que más se ha vendido, el sueldo a los cuidadores, uno se pregunta: ¿de dónde va a salir todo ese dinero?", reflexiona Mondragón, quien demanda que, más allá de las distintas ayudas, "se mime y se valore más a los cuidadores".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_