Faltan tres toreros, tres
Las calles están vacías. En menos de un mes murieron dos matadores de toros, José Mari Recondo y Juan Luis de la Rosa y un hombre, Rafael Chabola, taurino irrepetible. El torero vasco murió en Málaga y de la Rosa y Chabola en Almería. Norte y Sur de luto.
José Mari Recondo Rementeria toreaba prodigiosamente con el capote y fue un valiente muletero. Le Llamaban "el Belmonte vasco". Este donostiarra cabal, enamorado de Andalucía, un excelente gastrónomo, amante del buen vino. Torero más que digno, luego apoderado del malagueño Miguel Márquez al que hizo figura del toreo a finales de los sesenta. También apoderó una temporada al genial Rafael de Paula. "Mi Torero espiritual". Pero Recondo fue mucho más. Bersolari, poeta, traductor de Eusquera. Un todoterreno. En una palabra, un sabio.
Juan Luis de la Rosa, torero de Almería, llevaba el arte en sus venas. Torero de fino corte, imaginativo, e imprevisible. Y también un ilustrado. Cantaba y bailaba flamenco; poeta y músico. Hombre polifacético, romántico bohemio y seductor. Cultivó todas las Bellas Artes y fue un cotizado pintor. El recuerdo de Juan Luis de la Rosa siempre estará vivo entre los almerienses que tanto le querían.
Rafael Chabola fue Mozo de Espadas de Luis Miguel Dominguín, Julio Aparicio y de El Niño de la Capea. Nacido en La Rioja era el hombre de confianza de Domingo Dominguín, aquel torero y empresario comunista. Chabola se marchó a México, donde llevó con inteligencia y elegancia los "asuntos taurinos" de los más grandes, durante 25 años. Hace tres años regresó a España. Almería fue su refugio azul. Murió el 9 de enero. Se paró su corazón tan grande. Hoy las calles están más vacías. Faltan tres toreros, tres. Y Miguel Márquez.
Babelia
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