_
_
_
_
Feria de San Isidro

"Demasiadas ilusiones que se estrellan", dice Encabo

"Son demasiadas ilusiones las que se estrellan contra un muro". Así se sentía un torero, Luis Miguel Encabo, nada más acabar de matar un toro que se ha acostado en plena faena y con el que tampoco ha encontrado mucho acoplamiento durante el tiempo que ha estado de pie. El hombre estaba cabizbajo, con el desánimo marcado en el rostro. No parecía el torero batallador que solía crecerse en Madrid. "Le pedí el cambio al alguacilillo, pero no me hacía caso", se lamentaba para explicar la flojera del toro hasta caerse. Tampoco en el primero dio señales de plenitud. Una tarde tristona para un torero que sorprendió por su falta de confianza. "El toro habría servido para otra plaza, pero no para Madrid", comentó Encabo para los micrófonos de Digital +. En los tendidos, alguien comentó que quizá este Encabo tampoco estaba para el desempeño en Las Ventas.

Tampoco hubo mucho entusiasmo con Antonio Ferrera. Pero, al menos, tuvo el oficio para salir del pase en una tarde típica de la apertura de San Isidro. Fue una jornada sin chispa, en medio de una expectación enorme. Las noticias de Sevilla, donde casi cada tarde hubo un festival de orejas, han generado una expectación casi ilimitada. Pero en Las Ventas todo fue como de costumbre: la feria arranca a paso lento.Lo más notable de Ferrera fue el par que colocó después de quebrar por los adentros. Un par vibrante, lleno de emoción. La gente quería emociones fuertes y aquello fue lo más parecido a su deseo. Ferrera habló del momento: "No le recomiendo a nadie que lo haga". Y con razón, pero de eso se trata en los toros. Ferrera consideraba que se había jugado la vida en todo momento y se fue con la tranquilidad de haberlo dado todo, a la espera de su próximo compromiso con los Adolfos.

Detalles

En otros cuarteles se observaba bastante más satisfacción. No había sido la tarde de su vida, pero Fernando Cruz estuvo por encima de sus compañeros de terna. A él correspondieron los pocos detalles que se festejaron en la plaza. Nada excepcional, quizá, pero el público necesitaba alguna alegría. "He apostado, le he dejado al toro la muleta abajo para que fuera sometido", manifestó. La apuesta tuvo sentido.

Los aficionados valoraron el trabajo de Cruz. Estuvo por encima del primer toro, parecía en condiciones de hacer una faena más que interesante, estaba a punto de... Pero no. "El desarme me ha descentrado. La cosa podía haber tomado mayor vuelo", se quejó. Y era cierto. A partir del desarme, Cruz no fue el mismo. En la lidia funcionan muchos factores, casi todos imprevistos, muchos de ellos relacionados con la sensibilidad de los toreros y su respuesta a los momentos delicados. Cruz parecía en condiciones de hacer algo sobresaliente, pero le desarmaron y se quedó en un aprobado.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_