Pérdida de democracia en EE UU
La política del presidente Bush ha evidenciado, entre otros extremos, la pérdida de democracia interna que ha sufrido EE UU. Se ha ido sabiendo durante los últimos meses y años la forma en la que el señor Bush orquestó la excusa para invadir Irak, cómo engañó al pueblo americano, a la mayoría del resto de la población mundial, y cómo se congració la colaboración de muchos gobernantes; se ha sabido lo que ha hecho durante estos últimos años en su país, reduciendo libertades de expresión y derechos civiles, ordenando escuchas telefónicas indiscriminadas y sin autorización judicial, permitiendo la existencia de un centro de detención ilegal como es el de Guantánamo, el nombramiento de jueces afines conservadores para el Tribunal Supremo, el veto a todo aquello que contraviene sus deseos, por mencionar unos pocos ejemplos.
Atendiendo a la clásica división de poderes -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- de una democracia, es claro que en EE UU hace tiempo que dicha división desapareció en favor del Ejecutivo, que pone jueces y veta leyes.
¿No es, acaso, este comportamiento antidemocrático del señor Bush más trascendental para un impeachment, para una moción de censura, que el desliz sexual privado de otro gobernante presidencial anterior?
Estados Unidos debería plantearse reducir las facultades omnipotentes del presidente, al objeto de volver al principio de los tres poderes, a fin de que éstos puedan recobrar su plena autonomía y soberanía, con capacidad cada uno de fiscalizar a los otros dos.
Sólo entonces podrá hablarse de un sistema democrático, cosa que no se puede decir hoy en día de EE UU.
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