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Juicio por el mayor atentado en España | 11-M
Columna
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¿Falso culpable?

Hay momentos en los que la cámara del operador de la Audiencia Nacional en la Casa de Campo se posa uno o dos segundos sobre los ojos del acusado Rabei Osman, Mohamed El Egipcio, y la pantalla queda inundada de una imagen casi expresionista que en blanco y negro hubiera evocado una de las más sugestivas películas de Alfred Hitchcock, aquella en la que vierte todas sus prevenciones ante la policía y la justicia. Se trata, sin duda, de The wrong man, literalmente El hombre equivocado, traducida al español con el expresivo título de Falso culpable.

Aquí, en el caso de este acusado de integración o pertenencia a organización terrorista en el atentado del 11-M, también, mira por dónde, pretende la defensa que el equívoco va de traducción del árabe o interpretación de sus palabras, cuando no de un error de personaje, a saber, de que su voz no es la que ha sido grabada.

No debía haber en Italia, a finales de marzo de 2004, persona más controlada que Rabei Osman
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La horma del confidente

Ayer, prestaron declaración dos policías italianos de la lucha antiterrorista que coordinaron el seguimiento de Rabei Osman en Milán, a finales de marzo de 2004, tras recibir datos desde España, según los cuales, podía formar parte de la banda del 11-M. El segundo de ellos, que seguirá hoy, aclaró, nada más empezar, que ahora presta servicios nada menos que en la presidencia del Gobierno italiano. Rabei ya ha sido condenado, en noviembre pasado, a 10 años de prisión por los hechos de Madrid, en base a los datos de la policía española y belga.

Ambos relataron con pelos y señales cómo con autorización judicial metieron micrófonos dentro del apartamento de Vía Cadore y más tarde Vía Chiasserini, donde vivía Rabei Osman, al tiempo que cámaras espía de activación automática, fuera y dentro de las viviendas, y todo ello mientras pincharon sus teléfonos, fijos y móviles, hacían un control telemático, esto es, controlaban sus movimientos por Internet, y destinaban un policía intérprete que le seguía las veinticuatro horas del día. No debía haber en Italia, a partir de los últimos días de marzo de 2004, persona más controlada que Rabei Osman.

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"No quiero ocultarte que el atentado de Madrid lo hemos hecho nosotros, la operación de Madrid la he preparado yo, ¿me entiendes? El proyecto es mío, el grupo, su grupo, ¿me entiendes... Son todos amigos míos, nuestro grupo, cinco han muerto y Dios les ha dado el premio, y ocho se han quedado en la cárcel y yo era su hilo, pero Dios no ha querido para mí la muerte por él, ese día yo no estaba con ellos... pero el día 4 estaba en contacto... pero el 3 ha empezado el proyecto, pero yo conocía el proyecto", le explica Rabei a Yahia Mawad, un joven de 21 años al que prácticamente ya tiene adoctrinado para servir a la causa de la yihad como mártir en Irak.

Es Rabei quien mantiene contactos en Europa con yihadistas ávidos de partir a Irak. Es él quien podría haber estado en Madrid hasta al menos el 1 de febrero de 2004 y quien activa el 4 de febrero de dicho año un buzón de correo electrónico, registrando en el servidor Fastweb como presunto usuario a Mohamed Kishk, nacido el... ¡11 de marzo de 1970! Por SMS le hace saber a Mourad Chabarou, alistado para ir a Irak en Bruselas, que le escriba a esa dirección.

No, Rabei no es acusado aquí como Manny el músico de jazz del film de Hitchcock denunciado por una empleada que le confunde con el atracador de una empresa aseguradora.

La guinda de Rabei es esa fotografía del sumario que reproduce un maletín con un teléfono móvil en el centro y los cables conectados a 10 cartuchos de dinamita. El acusado la bajó de una página de Internet norteamericana relacionada con los soldados que están en Irak en el mes de mayo de 2004. Se non è vero, è ben trovato.

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