Goles de la nada
Van Nistelrooy lleva 20 tantos con tan sólo 79 remates, el mejor promedio en Europa
Ruud van Nistelrooy es el delantero centro de la Liga que menos balones recibe. Remata una media de dos veces por partido -la mitad de lo que tiran a puerta Eto'o, Forlán, Luis Fabiano y Ronaldinho-. Sin embargo, ha sido capaz de rentabilizar al máximo sus incursiones en el área contraria. A sus 30 años, el holandés se comporta como los viejos depredadores. Calcula sus movimientos de modo que nunca empeña más energía de la que le proporcionaría el objetivo que persigue. Si un león no se mueve para cazar ratones, Van Nistelrooy no dispara si no es para mandar la pelota a la red. Ningún goleador en Europa ha hecho 20 goles con 79 tiros esta temporada. El Madrid lo agradece porque su eficacia le ha permitido perseguir al Barça sin jugar bien casi nunca.
El holandés ha debido adaptarse a un Madrid en el que los mejores pasadores son proscritos
Carlos Santillana, uno de los héroes madridistas de los ochenta, opina que, hasta cierto punto, esto es lógico: "El Madrid no ha sido hasta este mes todo lo brillante que nos gustaría. Pero lo normal en los equipos grandes es que no necesiten tener diez ocasiones para ganar un partido. Bastan unas pocas porque tienen jugadores de calidad. Calidad es sinónimo de acierto. Por eso Van Nistelrooy hace tantos goles sin tener demasiadas ocasiones. Va bien con las dos piernas, es fuerte, tiene una zancada muy potente que le permite arrancar desde fuera del área y trazar diagonales y va bastante bien de cabeza. No es como un delantero a la antigua, pero casi casi".
Van Nistelrooy, que se amoldó al fútbol holandés y de allí saltó al Manchester United, ha hecho un sorprendente ejercicio de adaptación al medio. En términos biológicos, ha pasado de la selva al desierto. Ya no come mangos, pero está igual de hermoso a base de insectos. El estilo del Madrid de Capello, un equipo que se acomoda sin el balón, que no se organiza alrededor de los pasadores y que lo libra todo a la excelencia ejecutiva de sus arietes, no le proporciona abundancia de nada. En el mundo de Capello, los delanteros se conciben como supervivientes solitarios. De ahí que el entrenador ponga especial cuidado en su elección.
Capello siempre armó sus equipos de este modo. En el Milan dispuso de Savicevic, Van Basten y Weah. En el Madrid contó con lo mejor de Suker y Mijatovic. En el Roma mandó comprar a Batistuta y en el Juventus se hizo con Ibrahimovic y Trezeguet. El italiano es el entrenador más persuasivo que hay en el mundo. No hay directivo que le resista un fichaje. Su adquisición del último verano le ha dado espléndidos resultados.
Van Nistelrooy no es quisquilloso para resolver las jugadas. Sus 20 goles son una muestra de versatilidad asombrosa. Ha marcado siete goles a un toque en jugada, tres con la pierna izquierda y cuatro con la derecha. Ha hecho tres tantos de cabeza. La mitad de las veces ha definido desde las inmediaciones de la línea frontal del área, casi siempre buscando la seguridad de la zona de penalti. Esto revela una cosa: al Madrid le cuesta llegar tocando hasta el fondo. Si en el Manchester nunca metió un gol desde fuera del área, en el Madrid ha hecho uno. Uno muy importante. En el Camp Nou.
El mérito de Van Nistelrooy es haber sabido ajustarse a una cultura de racionamiento. El hombre pasó de jugar junto a pasadores como Scholes, Giggs, Ronaldo y Rooney -que con Ferguson juegan siempre de inicio- a apañárselas en un equipo que le dosifica los asistentes. La mayoría de los jugadores que le han dado pases de gol han sido proscritos de Capello: Guti (3), Robinho (2), Cassano (1), Beckham (1), Cicinho (2) y Reyes (1) no son -o no fueron- los preferidos del técnico.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.