Los libros y los maestros
Volvemos a oír ruidos confusos en la trastienda del voto emigrante (con el PP en la Xunta había verdadero zafarrancho aunque, al contrario que ahora, había poca información). ¡También hemos visto que alguien dimitía por hacer algo incorrecto! Es una novedad por estos pagos, debemos tenerlo en cuenta: es una señal de una política distinta. Nos lleva tiempo conocer a esta nueva Administración, y ella a nosotros. Habrá que ir viendo como actúan pues no todos sus signos los entendemos. Por ejemplo, no comprendemos que médicos de la sanidad pública y maestros estén tan descontentos. Cuando un partido alcanza el poder está comprometido a intentar ejecutar el programa electoral con el que se presentó y no debe gobernar para sus partidarios, sino para el conjunto de la sociedad. Y este Gobierno autonómico da a veces la impresión de que se pasa al lado contrario, separándose de sus bases electorales.
Algo de eso pasó cuando ya en sus comienzos aprobó por sorpresa la gratuidad del libro de texto. Quien tiene hijos en edad escolar sabe que los libros de texto son verdaderamente caros. También es cierto que hay familias que no pueden pagarlos o que les cuesta mucho. ¿Pero es la respuesta más democrática y justa la gratuidad para todos? La Administración debe ayudar o financiar los libros de niños que lo necesitan, pero en este país hay también muchas familias que pueden, y creo que deben, pagar los libros de sus hijos. Regalárselos a quien no lo necesita no es necesariamente democrático, pues hay mucho en qué invertir el dinero público. ¿No será demagógico? Pero ahorrarse unos euros a todos nos parece tan bonito que nos cuesta criticarlo. Y no pudieron levantar mucho su voz los libreros que dependen del libro de texto pues su reclamación parecía injusta. Pero tienen derecho a defender sus intereses como cualquiera. Al final el precio de la gratuidad lo pagamos todos nosotros... y los libreros.
Pero, además, en un país como el nuestro, con población tan dispersa y tan poco hábito de lectura, la red de pequeñas papelerías-quioscos-librerías es una infraestructura importantísima: hace que prensa y libros estén presentes en la vida de la gente. Los libreros, que esperaban del cambio en la Xunta más sensibilidad hacia ellos, se llevaron una buena sorpresa, aún están aturdidos y esperando que se les escuche.
Y son los libreros quienes presentaban estos días en una de sus Feiras un libro de María Antonia Iglesias sobre los maestros de la República asesinados por ser maestros. Los maestros nunca fueron muy respetados en este país, siempre fueron menospreciados o chivos expiatorios. Hoy se oye o se lee cada día que los maestros, las maestras, no trabajan: ¡tienen muchos días de vacaciones y no quieren trabajar! Es la actualización de lo mismo de siempre, el desprecio por el magisterio y también el desdén por la educación infantil. Así vemos que, por fin, desde la Consellería se empiezan a poner medidas para potenciar la investigación: la sociedad debe saber lo importante que eso es, sin eso no hay futuro simplemente. Pero en cambio vemos cómo las aulas para educación infantil pueden tener hasta 25 niños de tres años. Imaginen un niño o una niña de tres años, con sus mocos, con su llanto, con su caca y con su pis, y ahora imaginen a 25 en la misma aula. Esas son las realidades que conocen los maestros, y parece que sólo ellos. En cambio estos días hemos visto como desde la propia administración se utilizaba contra ellos y sus reclamaciones esa arma tan populista, tan fea, del desprestigio.
La sociedad y las familias han cambiado mucho, hay padres que por sus trabajos no pueden atender a sus hijos, también hay otros que simplemente no quieren atenderlos y prefieren tenerlos lejos todo el día, y se plantea que el Estado atienda esa nueva demanda. ¿Le cargamos el muerto a los maestros? ¿No habrá que tener la humildad de escucharlos antes? Si no queremos que la enseñanza sea un aparcadero de niños y queremos formar buenos ciudadanos y bien preparados eso empieza en la escuela. No hay sociedad buena y digna que no respete a los maestros antes que cualquier otra cosa.
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