Los fieles de Sarkozy saborean la victoria en su último mitin
El conservador defiende en Montpellier, en un clima de euforia, un "Estado fuerte"
En un ambiente de triunfo adelantado, con los sondeos a favor hasta el final y la seguridad de haber superado sin rasguños demoscópicos el debate con la socialista Ségolène Royal, el candidato conservador Nicolas Sarkozy cerró anoche la campaña electoral para las presidenciales del domingo con un mitin en Montpellier en el que reivindicó un "Estado fuerte", y aseguró "no lamentar nada" de sus palabras más polémicas durante la revuelta de los suburbios.
"Nos quedan dos días para decir adiós a la herencia de Mayo del 68", dijo el candidato
"En Francia, un Estado fuerte es la condición necesaria de la apertura, de la libertad, de la descentralización porque en Francia el Estado es el que protege, el que une", manifestó. "Una necesidad de nación, de República, de Estado, eso es lo que hay detrás de la reivindicación de la política que se ha expresado a través de toda la campaña", agregó.
Miles de personas desafiaron un atasco monumental y una intensa lluvia que acabó convertida en granizo para acudir a escuchar a Sarkozy a un parque ferial situado a las afueras de Montpellier, en un ambiente que daba por hecha la victoria del domingo. Todos los mítines de una campaña electoral están forjados sobre el entusiasmo colectivo, pero en el de ayer había algo más: la sensación de que el triunfo estaba al alcance de la mano, dos semanas después del resultado de la primera vuelta, que el candidato conservador encabezó con un 31%. El último sondeo, difundido en la tarde de ayer, le sigue dando un 56% frente a un 44% para Royal.
"Estoy seguro de la victoria", explica Arnaud Ibanez, francés de 23 años de origen español, mientras espera la intervención de Sarkozy y aparece en las pantallas gigantes del pabellón la llegada de Bernardette, la esposa del presidente saliente, Jacques Chirac. "Estoy seguro por los sondeos y por el hecho de que haya estado mucho mejor y más concreto en el debate", prosigue este joven.
Con un contundente "no lamento nada", Sarkozy se refirió a dos de las actuaciones más polémicas de su etapa como ministro del Interior: cuando dijo que había que limpiar con Kärcher (una máquina que lanza agua caliente a presión) una conflictiva banlieue cerca de París y cuando, al inicio de la revuelta de los suburbios, en el otoño de 2005, llamó racaille (gentuza) a los jóvenes conflictivos. "Me lo han reprochado, pero no lo lamento. Es despreciar a los jóvenes hablarles con eufemismos", manifestó.
El líder conservador realizó una recapitulación, cargada hasta los topes de retórica y de nacionalismo, de su recorrido por Francia a lo largo de los cuatro meses de campaña, desde que fue declarado candidato, el 14 de enero en París. En Verdún, donde tuvo lugar la carnicería más terrible de la I Guerra Mundial, dijo haber sentido "que en este dolor, en esta desgracia, se encuentra el alma de Francia". "En las playas de Desembarco, sentí el alma de Francia. En Ruán, donde Juana (de Arco) fue llevada a la hoguera, sentí el alma de Francia", prosiguió antes de lanzarse a una nueva carga contra el espíritu de Mayo del 68, uno de sus temas favoritos. "¡Nos quedan dos días para decir adiós a la herencia de Mayo del 68!", exclamó.
"Francia es la laicidad, la igualdad en derechos y en deberes. Francia es la igualdad de hombres y mujeres. Francia es la libertad de conciencia. Francia es la libertad de expresión. Estos valores no son negociables, estos valores están en el corazón de nuestra identidad nacional. Nadie que pretenda vivir en Francia puede abstenerse de respetar estos valores, como nadie puede pretender vivir en Francia sin hablar francés y sin respetar las costumbres del país de acogida", exclamó.
"Es aquí, en Languedoc, donde termina una campaña que fue larga, que fue ruda, que fue apasionada y durante la cual todos los franceses han sentido hasta qué punto sus consecuencias eran importantes", manifestó en el arranque de su discurso, que se prolongó durante casi una hora y que llenó de citas y referencias literarias, de Voltaire a Corneille.
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