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La explosión del turismo

¿Tiene Barcelona demasiados turistas?

"Nosotros ya sabemos a qué bar y a qué restaurante no debemos acercarnos. En algunos cae fijo una clavada, pero no todos los del barrio son los más caros de la ciudad". Así resume Carme Cots la estrategia del ciudadano acostumbrado a convivir con el turista. Cots es miembro de la junta de la Asociación de Vecinos de la Sagrada Familia, uno de los iconos que actúan como imán para los millones de turistas que aterrizan cada año en la ciudad. En 1990, éstos rozaron los dos millones. En 2006, se superaron los seis.

El encarecimiento de los restaurantes, comercios y alquileres del centro se suma al malestar por las aglomeraciones
La riqueza que genera el turismo en la ciudad sólo se ve superada por la industria del automóvil
Apenas dos millones de personas visitaron la ciudad en 1990. En 2006, la cifra se multiplicó de largo por tres
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A lo bruto, y considerando que la población de Barcelona alcanzó 1,6 millones de personas en 2006, tocan a casi cuatro turistas por cabeza. Con la celebrada riqueza que generan y con las pequeñas y grandes molestias que suponen.

La cara está clara: el turista se gasta, de media, 95 euros al día, que multiplicados por los 13,1 millones de pernoctaciones, se convierten en 1.244 millones al año. "El turismo supone el 14% del producto interior bruto de Barcelona. Solamente lo supera la automoción. ¡Y a cinco años vista ya me dirán por quién poner la mano en el fuego", exclama Jordi Clos, presidente del Gremio de Hoteleros.

La cruz es un malestar difuso, el del ciudadano que se siente desposeído de sus espacios tradicionales. "A veces, vivimos con una presión fuera de lo normal, aunque también la hubo el día de Sant Jordi y no por eso va uno a estar en contra. Hay que encontrar un equilibrio, pero, claro, es difícil convivir con los turistas que dejan botellas y desperdicios y no practican un comportamiento cívico", comenta Susana, de la Asociación de Vecinos de La Rambla.

"Al turismo se le achacan males que no pueden atribuírsele en exclusiva", reflexiona Marién André, coordinadora del Observatorio de Turismo, en alusión a los precios de alquileres que han expulsado del centro a algunos comercios con solera frente a las grandes marcas, o a bares de toda la vida relevados por la apisonadora de la globalización y su tendencia a uniformizarlo todo.

"El turismo compensa absolutamente" los posibles inconvenientes, subraya Jordi Portabella, edil responsable de Promoción Económica del Ayuntamiento, que no ha logrado ver realidad la tasa turística que otras ciudades como París o Nueva York impusieron hace tiempo. Portabella pide a los hoteleros un compromiso de crecimiento sostenible en el uso de los recursos energéticos y gasto del agua.

Barcelona ocupa una posición intermedia en Europa por número de turistas, aunque al mismo tiempo es la ciudad, de entre las que no son capitales de Estado, que más visitantes recibe. Otra cosa es que haya que desestacionalizarlos. Que haya más entre noviembre y enero y no más entre junio y octubre. Marién André habla de la necesidad de "redistribuir los flujos de turistas en el tiempo y, reto aún mayor, en los espacios de la ciudad". Los nuevos recorridos del bus turístico pueden ayudar a ello.

Un guía conduce a un grupo de cruceristas por la avenida de la Catedral de Barcelona.
Un guía conduce a un grupo de cruceristas por la avenida de la Catedral de Barcelona.MARCEL·LÍ SÀENZ

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