"No tenemos por qué tragar los humos de los autocares en la Sagrada Familia"

Vivir cerca de la Sagrada Familia puede ser un auténtico lujo, sobre todo si el piso tiene vistas al templo de Antoni Gaudí. Pero pasear por la acera de las calles colindantes es misión imposible debido a las serpenteantes colas de turistas, cuando no aglomeraciones sin orden ni concierto. Los vecinos se han entrenado para eludir tamaña carrera de obstáculos.

Desde primera hora de la mañana, autocares abarrotados de decenas de turistas se adueñan de las calles que encajonan el templo. Particularmente, de la calle de Marina, donde existe un espacio específico para que aparquen estos vehículos.

"Los autocares son lo peor. ¡Puede haber una veintena al mismo tiempo! Ocupan el carril bus, aparcan donde pueden y donde no pueden. Y, en verano, cuando hace muchísimo calor, los conductores se mantienen aparcados con el motor del autocar en marcha para tener también conectado el aire acondicionado. No tenemos por qué tragar humo y aguantar el ruido. Es de lo que más nos quejamos quienes vivimos aquí", explica Carme Cots, vecina de esta zona de Barcelona, tras sondear a sus conciudadanos sobre si a Barcelona le sobran turistas.

Los vecinos serían partidarios de que algún tipo de autobús-lanzadera se ocupara de acercar a la Sagrada Familia a los cerca de 2,5 millones de personas que la visitan cada año. También hubo planes para construir un aparcamiento subterráneo pero, según los vecinos, sólo cabían en él 18 vehículos y no parecía resolver gran cosa. El plan está parado.

Más pegas. "En verano se nota más la suciedad, pero no sólo es culpa del turista. Muchos van a tirar cosas a la papelera, pero no se vacían todas las veces que hace falta. No se puede tratar un barrio tan turístico como a otro que no lo sea, en términos de limpieza", se queja Carme. "Tenemos que convivir con esto, pero que sea una convivencia plácida, no agresiva".