El nuevo cine de lo real
Una joven generación de directores da impulso al género documental en España
El documental ha accedido a los cines comerciales y eso es algo insólito en España". Llorenç Soler, cuya experiencia como documentalista se remonta a la década de los sesenta, celebraba el "momento intenso" de este género durante un encuentro con otros directores que tuvo lugar en el marco del pasado Festival de Málaga.
Elías Querejeta es una excepción entre los productores que apoyan la no ficción
Nunca se sabe en qué acabará un documental hasta que llega a la mesa de montaje
A esa sensación de -moderado- auge contribuye el hecho de que, en los últimos cinco años, un buen puñado de documentales españoles ha obtenido reconocimiento internacional. En construcción, de José Luis Guerin, que ganó el Goya en esta categoría en 2002, descubrió para el gran público que el documental es algo más que un soporífero filme de sobremesa sobre animales. Dos años después, Carles Bosch y Josep Maria Doménech consiguieron una candidatura a los Oscar con Balseros y, en 2005, El cielo gira, de Mercedes Álvarez, logró el galardón a la mejor película en el Festival de Rotterdam y en el Cinéma du Réel, el festival de documentales de París. Adán Aliaga, con La casa de mi abuela, ganó ese mismo año el Premio Joris Ivens del Festival Internacional de Cine Documental de Amsterdam (IDFA), el oscar de los documentales, aunque este filme se mueve en un indefinido filo entre la ficción y el documental. En 2006, Estrellas de La Línea, de Chema Rodríguez, logró el segundo Premio del Público en el Festival de Cine de Berlín. Y la racha parece continuar, ya que Septiembres, el último documental dirigido por Bosch, acaba de obtener el premio especial del jurado en el Festival Internacional de Cine de Miami.
La proliferación de festivales de documentales en España es otra prueba de la vivacidad de este género. El 4 de mayo comenzará la nueva edición de Documenta Madrid, una de las principales citas en España, junto con Punto de Vista (Festival Internacional de Cine Documental de Navarra), DocsBarcelona y Do-cúpolis, el festival ligado al Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).
La posibilidad de hacer una película sin grandes presupuestos es una de las razones que lleva a muchos jóvenes cineastas a elegir este género. "Es un tipo de cine que puedes hacer sin necesidad de un millón de euros y con un equipo de seis personas, entre producción, realización y montaje", afirma José González Morandi, director con Paco Toledo de Can Tunis, relato del desmantelamiento de una barriada marginal barcelonesa, que llegará a las salas de cine en junio.
Los avances técnicos (las cámaras de vídeo son mucho más manejables que las de cine) también han facilitado el rodaje de documentales. Aunque no faltan voces, como la del crítico cinematográfico Miguel Marías, que advierte de que, en este río revuelto, no se debe confundir un documental con "algo que no deja de ser un reportaje televisivo". ¿Qué los diferencia? "El documental es un concepto difuso", reconoce Marías. "Yo prefiero hablar de cine de no ficción porque a veces no se trata de un documental estrictamente, pero te cuenta una historia que plantea un problema real en los escenarios reales en los que ha ocurrido. Una película de ficción es el triunfo del arte de la invención, de la fabulación e incluso del engaño. En cambio, en un documental te tienes que someter a esa realidad".
La inexistencia de un guión previo, la ausencia de actores y la necesidad de rodar un metraje "exagerado" y durante mucho tiempo para estar cerca de los personajes son características de estas producciones. Lo fundamental, según Marías, es que los documentales son "sobre personas". Otro elemento importante es que los buenos documentales no necesitan narración: "Cuando oigo una voz en off, desconfío", dice Marías.
Marta Sánchez, programadora y distribuidora de cine en España y Estados Unidos, insiste en que el documental tiene un "lenguaje fílmico" muy claro: "Es mucho más exigente a la hora de contar historias porque tiene que haber una descripción psicológica profunda de los personajes; el reportaje es más instantáneo, ahonda menos. Un documental tiene bases cinematográficas. Por eso, El cielo gira es puro cine, porque tiene un tempo lento, contrario a la televisión, donde todo es rapidez y no hay silencios". Bosch, que antes de lanzarse al cine documental había desarrollado su carrera como periodista de televisión, aporta otro elemento: "En la pantalla grande la historia tiene que tener un final o, como suele decirse, que más allá de ese final no quepa ninguna pregunta importante, como sucede en la ficción".
No es fácil que un productor se embarque en una aventura que no tiene un guión previo, que requiere mucho tiempo de rodaje y que nunca sabe en qué acabará hasta la mesa de montaje. Valga el ejemplo de Bosch, que filmó a los primeros balseros cubanos en 1994 y siete años después volvió a ellos para seguir su pista en EE UU, o de Guerin, que acompañó durante tres años a los habitantes de El Raval que retrata en En construcción. Por eso la mayoría de los documentales empieza como una aventura algo romántica y autofinanciada. Puede que haya suerte y se sume una televisión a la coproducción.
Elías Querejeta es una rara excepción entre los productores que también han apostado por la no ficción. Asesinato en febrero y Noticias de una guerra, de Eterio Ortega; La espalda del mundo e Invierno en Bagdad, de Javier Corcuera; Mira la luna, de Eduard Bosch, y Restos de noche, de Sergio Oksman, son algunos de los documentales que ha respaldado.Julio Medem es otro poco habitual caso de cineasta que alterna ficción y no ficción. Tras dirigir en 2002 La pelota vasca. La piel contra la piedra, sobre la situación del País Vasco, ha producido otros dos documentales: Uno por ciento, esquizofrenia, y ¿Qué tienes debajo del sombrero?, recién estrenados, con la enfermedad mental como tema.
Históricamente, la realización de documentales se ha concentrado, sobre todo, en Cataluña. No es casualidad. Además de la clara apuesta de la televisión autonómica catalana y el apoyo de Catalan Films & TV, organismo impulsado por la Generalitat, quizás haya influido también el nacimiento en 1998 del master en documental de creación de la Universidad Pompeu Fabra, con profesores como el propio Guerin y Joaquim Jordà, fundador de la Escuela de Barcelona, fallecido en junio de 2006. Ambos han impulsado una nueva generación de documentalistas. De esa cantera proceden, entre otros, Isaki Lacuesta, autor de los documentales experimentales Cravan vs Cravan y La leyenda del tiempo; Mercedes Álvarez y González Morandi.
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