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Tribuna:TRIBUNA SANITARIA
Tribuna
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¿Más médicos? ¿Otros médicos?

Durante los últimos meses los medios de comunicación se han hecho eco de una pretendida escasez de médicos. Esta noticia contrasta con el dogma establecido durante décadas de que tales profesionales sobraban en la nuestra sociedad. Como licenciado de la primera gran promoción de 1981 en Barcelona, puedo recordar que desde esa fecha hubo un número sustancial de médicos subempleados, sin acceso a la formación especializada y en una situación laboral muy poco acorde con su formación. De tal realidad surgió la aplicación de los numerus clausus a las facultades de Medicina, lo que mantuvo bajo control el número de sus licenciados y convenció a la sociedad de que así se impedía formar profesionales innecesarios. Sin embargo, las cosas han cambiado sustancialmente en 25 años y la necesidad de formar más médicos se encuentra ahora en el centro de debate.

Las facultades de Medicina deben dejar de ser una antesala del examen MIR y convertirse en los centros que formen a los médicos que necesitaremos

¿Son necesarios más estudiantes de medicina? Para contestar la pregunta debe evitarse primero caer en la trampa de justificar su incremento simplemente por el fuerte aumento de la demanda de estos estudios en toda España, pues su aceptación sólo nos llevaría a indeseables situaciones pretéritas y no es aceptable que cada uno pueda estudiar lo que desee mientras el resto de los ciudadanos se lo pague. La cuestión es si la sociedad española necesita más médicos de los actualmente disponibles y la respuesta es sin duda positiva. Es más, existe una clara amenaza de déficit de médicos en la próxima década. Las razones de esta afirmación han sido analizadas recientemente por las profesoras Beatriz González y Patricia Barber, de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria. Entre las razones que invocan para explicar tal posibilidad, señalan la feminización de la profesión (aumento de las dedicaciones parciales, permisos por maternidad, cambios en los patrones de actividad), la reducción del tiempo efectivo de trabajo por motivos sociológicos y legales, el envejecimiento de algunas especialidades, fuerte dinamismo del sector privado y la capacidad de atracción de otros países (Francia, Portugal, Reino Unido). Si a ello añadimos la fuerte inmigración actual y el envejecimiento de la sociedad española, hay pocas dudas de que el conflicto está servido. A la tradicional falta de algunos especialistas desde hace algunos años (anestesiólogos), se añade en la actualidad la de otros (pediatras, ginecólogos) que puede empeorar gravemente en el futuro con su extensión a aquellas áreas cubiertas mayoritariamente por hombres (urólogos, neurocirujanos). ¿De dónde provendrán los médicos necesarios? Sólo hay dos fuentes posibles, una inmediata y otra a medio plazo. La primera consiste en atraer a médicos europeos y latinoamericanos por las condiciones de la sociedad española, al mismo tiempo que se frena la salida de los propios con mejores condiciones salariales. A medio plazo, sólo el aumento de los estudiantes de medicina supondrá una solución, aunque parcial, al problema. Y será parcial porque la planificación completa nunca será posible.

La necesidad de nuevos médicos no debe ocultarnos un tema de importancia capital: ¿cuál ha de ser su perfil profesional? En otras palabras, ¿deben las facultades seguir formándolos de la misma forma que en el pasado? En un momento en que se están replanteando los nuevos planes de estudio con motivo del Espacio Europeo de Educación Superior, es oportuno debatir si la tradicional formación enciclopédica sigue siendo la más adecuada para los tiempos actuales. ¿Deben las facultades seguir proporcionando conocimientos exhaustivos de las diferentes especialidades? ¿Es preferible dedicar el tiempo a los contenidos antes que al desarrollo de competencias instrumentales, personales y sistémicas? ¿Cómo se desarrollarán las habilidades de comunicación, el análisis crítico o el interés por la investigación? En el siglo XIX la enseñanza de la medicina se revolucionó con la introducción de las disciplinas básicas ignoradas hasta entonces. En el XXI, ¿no es el momento de la biotecnología, las neurociencias, la ingeniería genética o la biología molecular? En Cataluña esta pregunta es especialmente relevante cuando existe un acuerdo unánime en potenciar la investigación biomédica y convertir a Barcelona en un centro europeo de primer orden en este ámbito. Pero para que nuestros hospitales se conviertan en instituciones de primera línea, los médicos que en ellos trabajan precisarán de los conocimientos que les permitan aprovechar las oportunidades de la nueva biología, como cuando la medicina de laboratorio dio un empuje definitivo a la medicina anatomoclínica decimonónica. Hoy es difícil explicar los avances médicos del siglo pasado sin la fisiología, la microbiología, la bioquímica, la farmacología o la inmunología. Sin embargo, el futuro precisa de conocimientos que se encuentran ausentes de los actuales (y futuros) planes de estudio y que dejan conceptualmente la investigación biomédica en manos de biólogos, bioquímicos o biotecnólogos de escasa formación en los problemas médicos. Si no se incorpora la nueva biología a los nuevos planes de estudio, los estudiantes carecerán de las bases para entender los métodos diagnósticos y terapéuticos de los próximos años y tendrán dificultades para escaparse de ser meros técnicos empíricos como fueron antes del desarrollo de la medicina científica. Junto a ello, será necesario una formación importante en aspectos básicos de la profesión que han sido lamentablemente olvidados en muchos planes de estudio actuales, como la implicación ética en la salud, el reto de la salud pública, el desarrollo de las capacidades de comunicación, la recuperación de los aspectos humanistas de la medicina y la comprensión holística de la enfermedad dentro de un concepto biopsicosocial. ¿Debe apostarse por planes de estudio muy uniformes independientemente de las necesidades de la sociedad donde ejercerán la mayoría de los graduados? Parece más lógico que cada comunidad sea capaz de establecer qué tipo de médico precisa en función de las necesidades de su entorno. No se necesita el mismo tipo de médico en Cataluña que en Extremadura, como tampoco lo es en Nueva York que en Kampala. Una vez establecidos los contenidos y competencias mínimas, no debe temerse tomar decisiones que singularicen las facultades en función de sus características propias, tal y como ocurre con los otros estudios universitarios. Por ello, el 90% de troncalidad que sugiere el Libro Blanco elaborado en 2005 para los estudios de Medicina parece claramente excesivo, máxime cuando aumenta en un 10% la actual. Recuerdo que el plan de estudios que yo cursé no tenía ni una asignatura optativa, aunque sí alguna disciplina propia (Farmacología clínica) que tuvo una gran influencia en muchos de los que la cursamos.

En conclusión, sin duda debemos formar más estudiantes de medicina. Algunas de las facultades actuales se encuentran, no obstante, al límite de su capacidad docente tras aumentar un 15% el número de estudiantes el pasado curso. Por ello, es razonable permitir que las universidades que se encuentran capacitadas para hacerlo puedan contribuir al compromiso social de formar más médicos para los próximos años. Además, es necesario un esfuerzo sustancial para que los nuevos planes de estudio asuman profundos cambios estructurales y metodológicos para permitir una adaptación a las necesidades de la sociedad que, al fin y al cabo, paga la universidad evitando el autismo académico. A pesar de las reticencias y de la inevitable tendencia al conservadurismo tan cara a muchos de nosotros, es el momento de dar un paso adelante, como realizaron Johns Hopkins en el XIX o McMaster en el XX. Las facultades de Medicina deben dejar de ser una antesala del examen MIR para convertirse en los centros que formen los profesionales que el país necesitará en las próximas décadas.

Josep E. Baños es médico, profesor de Farmacología y vicerrector de Docencia y Ordenación Académica de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

Huelga de médicos en la Sanidad catalana.
Huelga de médicos en la Sanidad catalana.CARLES RIBAS

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