La herencia de Le Pen
El líder ultraderechista deja el Frente Nacional en manos de su hija Marine para que lo convierta en una formación 'respetable'
"Los franceses parece que están muy contentos y han elegido a los representantes de los partidos políticos en el poder", dijo ayer Jean-Marie Le Pen, claramente decepcionado por el resultado de la primera vuelta.
En 2002 se dijo que aquélla era la última aventura presidencial de Le Pen. Cinco años más tarde, con los 78 bien cumplidos, tras superar una enfermedad grave y varias operaciones, el líder del Frente Nacional (FN) sigue ahí. Pero ahora sí parece que éste es el final de un largo trayecto político y de una evolución que debiera culminar convirtiendo al FN en un partido respetable.
Jean-Marie Le Pen nació en 1928 y perdió a su padre, pescador, cuando tenía 14 años. Su educación la terminó en un internado y continuó en el Ejército. En 1954 era subteniente paracaidista en la guerra colonial de Indochina. A los 27, en 1956, es elegido diputado y se convierte en el miembro más joven de la Asamblea Nacional. Como militar también interviene en la frustrada operación franco-británica de Suez y, luego, en Argelia.
Muchas propuestas de la extrema derecha han sido adoptadas por sus rivales electorales
Marine limará del FN el machismo de origen militar y los componentes fascistas
Es en 1972 cuando pone en marcha el FN. Comenzó con un núcleo duro de partidarios de la Argelia francesa, de nostálgicos del fascismo y del imperio a los que se sumaban católicos integristas. En 1974 se presentó por primera vez a las elecciones y obtuvo un ridículo 0,75% de los votos.
A partir de 1981, Jean-Marie Le Pen inicia la transformación gradual del FN en un partido populista. El tema central pasa a ser la lucha contra los inmigrantes. En 1988 su resultado en las urnas ya es importante: un 14,38%. En 1995 alcanza la barrera del 15% y en 2002 se clasifica para la segunda vuelta gracias a un 16,86% y la dispersión del voto de izquierda.
Ahora, tras el relativamente modesto 11,0% de 2007, quiere legar a su hija Marine un partido bien instalado en el panorama político. De no mediar una participación récord, el FN estaría entre el 14% y el 17%, convirtiéndose en un aliado indispensable para cualquier opción de derecha que quiera gobernar. Ella, Marine, limará los aspectos más agresivos que subsisten en el FN, el machismo de origen militar de su discurso y los componentes abiertamente fascistas del mismo. A Marine le corresponde llevar al FN hacia una orilla nueva, la que ocupa en Italia un Gianfranco Fini, el hombre que borró los remanentes mussolinianos de la extrema derecha transalpina hasta convertirla en un partido de Gobierno con un sólido respaldo.
A lo largo de esta última campaña, Jean-Marie Le Pen apenas se ha desplazado, dejando que fuese su hija la que mantuviese el contacto directo con los electores. Muchos de los temas característicos de la extrema derecha francesa -la violencia latente en las barriadas urbanas y su vínculo con la población inmigrada, la simbología patriótica, la idea de que todos los grupos políticos están corrompidos- han sido adoptados por otras formaciones. Nicolas Sarkozy ha propuesto crear un "Ministerio de la Inmigración y la Identidad Nacional", Ségolène Royal quiere que haya en todos los domicilios una bandera tricolor, y François Bay-rou ha jugado la carta del candidato que se presenta como el antisistema. Le Pen ha repetido que el elector siempre prefiere el original a la copia.
El FN cuenta con varias figuras -Bruno Gollnisch o Carl Lang, por ejemplo-, pero todas deben plegarse a la voluntad del fundador, Jean-Marie Le Pen, que utiliza el partido como si fuera una prolongación de su familia. Marine es hoy vicepresidenta del Frente y nadie se atreve a discutirle el cargo ni su ascenso dentro del escalafón militante porque sabe que eso conlleva la pena de ser defenestrado por Le Pen.
Marine ha aportado al FN personajes sorprendentes como el actor cómico Dieudoné, que simboliza el antisemitismo musulmán o africano, o como Alain Soral, un antiguo militante comunista que dice reencontrar en el FN las clases populares perdidas por el PCF. Al mismo tiempo, Marine se ha separado de los integristas católicos de Bernard Anthony. La reivindicación de la misa en latín no es la más popular del mundo.
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